Personas trabajan guardando objetos de valor y alquilan ropas y sandalias a los visitantes de la cárcel de La Victoria
Personas trabajan guardando objetos de valor y alquilan ropas y sandalias a los visitantes de la cárcel de La Victoria

La vida no es solo difícil en el interior de la cárcel de La Victoria, en sus inmediaciones hay una serie de familias que por generaciones se han subsistido con trabajos inusuales que solo se realizan en las afueras del reclusorio.

Estas personas luchan por su supervivencia y la de sus familiares realizando el trabajo del“Alquiler de ropa y chancleta”, además de ser “Guardadores de Objetos de Valor”  y “Removedores de Sellos”.

Algunas de esas personas con tan solo unas carteras encima abordan a cada visitante que llevan algún objeto que no se permita entrar al reclusorio.

Carolina Araujo, guardadora de objetos de valor
Carolina Araujo, guardadora de objetos de valor

La mayoría de esas personas son mujeres que bajo sol o lluvia no escatiman en darse cita los días de visitas en las inmediaciones de la cárcel con el fin de conseguir dinero para poder sustentar a sus familias.

Estas féminas han pasado esta labor a sus generaciones, tal es el caso de Carolina Araujo, quien desde los 10 años de edad su madre la traía a los perímetro de la cárcel junto con sus hermanas para enseñarles el valor del trabajo.

Araujo, quien hoy es madre de tres niños, comenzó removiendo los sellos de los brazos de los hombres que salían de la cárcel, a los 10 años de edad y ahí permaneció hasta que fue ganándose la confianza y la destreza para poder ser guardadora de objetos de valor.

Dinámica de los guardadores de objetos de valor

El trabajo de guardador de objetos consiste en abordar a las personas que visitan la Penitenciaría de Nacional de La Victoria, con el fin de ofrecerle sus servicios de retener las pertenencias que son prohibidas en la cárcel.

Mujeres guardan objetos de valor a las personas que visitan la cárcel de La Victoria

La Dirección General de Prisiones de la República Dominicana prohíbe el ingreso de dispositivos electrónicos, tales como celulares, tablet, relojes inteligentes, laptop, routers, entre otros. De igual manera se prohíbe el ingreso de gafas de sol, gorras, sombrillas y más.

Gracias a la imposición de estas reglas esta joven madre junto a otras familias del Distrito Municipal de La Victoria en Santo Domingo Norte encuentran una vía de sustento.

Las  personas que realizan la retención de objetos de valor, no solo guardan los arriba detallados, sino también dinero que en ocasiones las personas no quieren entrar a la cárcel, sumas que van desde 50 hasta 500 mil pesos.

Una señora deja su celular guardado para poder entrar a ver a su hijo preso.
Una señora deja su celular guardado para poder entrar a ver a su hijo preso.

Estos objetos y sumas de dinero algunos visitantes los dejan al cuidado de estas personas en lo que entran a ver a su familiar o amigo privado de libertad.

Cuando la persona decide dejar su pertenencia recibe un ticket con un número, el cual debe devolver al momento de salir de la penitenciaría y junto a un pago de $50 a $100 pesos para poder recibir devuelta sus objetos.

Alquiler de ropa y sandalias

Puesto de alquiler de ropa y sandalias cerca de la puerta de entrada a la cárcel de La Victoria
Puesto de alquiler de ropa y sandalias cerca de la puerta de entrada a la cárcel de La Victoria

En el mismo perímetro, bajo las lonas y sombrillas azules que cubre el sol abrazador se encuentran los que alquilan pantalones y blusas y calzados a aquellos que no cumplen con el protocolo al momento de visitar la penitenciaría La Victoria.

Las normativas del Penal Nacional también les prohíben el ingreso a los visitantes con ropas cortas, pantalones rotos, franelas, o blusas sin mangas, entre otros, además también le privan la entrada a las mujeres que asisten tenis.

La necesidad es la madre de la creatividad

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Debido a esta regla surge la creatividad de algunos comunitarios de alquilar ropas y sandalias a aquellos visitantes que por ignorancia o descuido no se visten de la manera que exigen las autoridades de la cárcel de La Victoria.

En el momento del arriendo de ropa o calzado la persona recibe un ticket del arrendatario, el cual deben de presentar luego de salir del reclusorio junto con el pago de $50 o $100 pesos.

Luylli Bello alquilando una pieza de vestir a una dama que visita la cárcel de La Victoria
Luylli Bello alquilando una pieza de vestir a una dama que visita la cárcel de La Victoria

Entre estos arrendatarios de prendas de vestir se encuentra Luylli Bello, quien al igual que Carolina Araujo comenzó a trabajar en las afueras de la cárcel desde su niñez, cuando venía junto a su madre.

Bello, quien también inició removiendo sello y en la actualidad es quien dirige el negocio de alquiler de ropa de su madre Francisca, mejor conocida por sus compañeros de trabajo como “Huesos”.

Por esta razón, para los residentes o visitantes recurrentes de la cárcel es normal observar personas vistiéndose en la acera de la calle que da a la entrada del penal.

Mujer alquila ropa y se la pone en la calle para poder entrar a ver a su familiar en la cárcel de La Victoria

Buhoneros

Dinamismo económico se visualiza en las inmediaciones de la penitenciaria de La Victoria, no es solo por los inusuales trabajos de estas personas, sino también a una serie de comercios improvisados, los cuales se activan los días de visita.

A estos negociantes se les unen los vendedores de frituras, los choferes de carros públicos que van rumbo a Villa Mella, los buhoneros y buscones que vigilan los vehículos y hacen los mandados.

Buhoneros, también son parte de los negociantes que están en las afueras de la cárcel de La Victoria
Buhoneros, también son parte de los negociantes que están en las afueras de la cárcel de La Victoria

Junto a estos buhoneros se encuentra Yanelys Batista de 40 años tiene ocho años trabajando en las afueras del penal de La Victoria.

Esta vendedora de Jagua, coco, aguacate expresa que vende estos productos en ese lugar muy a pesar de que no son permitidos en el interior de la cárcel, solo con la esperanza que al salir los visitantes los adquieran.

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