Está claro que el deporte brinda sendos beneficios para el organismo, como por ejemplo el cuidado de la salud cardiovascular y la disminución del riesgo de depresión, entre otros. Es por eso que la ciencia buscó ir más allá y ahora se está preguntando qué ocurre en las células del cuerpo humano mientras nos ejercitamos.

En ese sentido, expertos de la Universidad de Stanford, en Estados Unidos, analizaron a nivel metabólico las moléculas secretadas por las células durante la actividad física. Según los investigadores, estas moléculas, que se suelen conocer como exerquinas, podrían incidir en la prevención de problemas de salud como la obesidad, las enfermedades cardíacas y la diabetes.

“Sin embargo, hasta el momento, ha sido imposible aislar las exerquinas de la sangre. Si analizas sangre entera, solo puedes ver las sustancias más abundantes en ella y todo lo demás es invisible”, explicó Jonathan Long, uno de los autores del trabajo.

Y sumó: “Durante mucho tiempo, los investigadores han estado fascinados por la posibilidad de que el ejercicio haga que varias células de nuestro cuerpo produzcan moléculas que beneficien la salud humana”.

En el estudio, que fue publicado en la revista Cell Metabolism, Long y sus colegas trabajaron en modelos de ratón y encontraron que el ejercicio influye en la secreción de casi 200 proteínas -que son moléculas- de 21 tipos de células diferentes. “Esto significa que los efectos de la actividad física están muy extendidos en muchos tejidos y sistemas de órganos. Recién estamos comenzando a comprender esa complejidad”, destacó el experto.

En ese marco, de acuerdo al hallazgo, las células que mejor respondieron al ejercicio fueron aquellas relacionadas a un receptor que se encuentra en la superficie de las mismas, conocido científicamente como Pdgfra, que se encuentra en tejidos y órganos. “En cambio, las células musculares, óseas y hepáticas solo tuvieron respuestas moderadas”, señaló Long.

Y advirtió: “Si realmente queremos comprender la respuesta al ejercicio, no podemos centrarnos solo en los músculos y los huesos y los otros tejidos que asociamos con el ejercicio: tenemos que mirar mucho más ampliamente”.

En segundo término, los investigadores observaron que las células hepáticas secretaron proteínas carboxilesterasa después del ejercicio. Estas proteínas están asociadas a una mejor salud metabólica.

Para llegar a estos resultados, los especialistas usaron modelos animales, como son los ratones. Para ello, desarrollaron una técnica que les permitió identificar en profundidad las moléculas secretadas por las células cuando hacían ejercicio.

Posteriormente, trabajaron con ratones que secretaban niveles elevados de proteínas carboxilesterasa sin hacer ejercicio, y notaron que hubo “resistencia al aumento de peso”. “Mostramos actividades antiobesidad, antidiabéticas y de mejora del rendimiento deportivo para proteoformas de carboxilesterasas intracelulares cuya secreción del hígado es inducida por el entrenamiento físico”, explicaron los autores.

Mientras que Long, por su parte, resaltó: “Estas carboxilesterasas son suficientes para conferir algunos de los beneficios metabólicos del ejercicio sin que los animales hagan ejercicio”.

En el texto del estudio, los científicos postularon que, en los últimos años, “ha habido un enorme interés en la identificación y caracterización de moléculas solubles o secretadas inducibles por el ejercicio y transportadas por la sangre. Estas moléculas circulantes, que se han denominado exerquinas o factores de ejercicio, son moléculas de señalización secretadas que funcionan como efectores moleculares de la actividad física”.

En ese tono, para los expertos, “la actividad física es un poderoso estímulo fisiológico que proporciona beneficios a muchos sistemas de órganos y confiere protección contra enfermedades. Por el contrario, la inactividad física es un importante contribuyente a la morbilidad y mortalidad cardiovascular”.

“La magnitud de los beneficios de la actividad física es comparable, y en algunos casos incluso mayor, que los tratamientos farmacológicos de primera línea actualmente disponibles. Los mecanismos responsables de los beneficios del ejercicio no se comprenden por completo”, completaron.

Bajo estos preceptos, Long planteó: “Sabemos que el ejercicio tiene un efecto terapéutico en muchas de las enfermedades más crónicas y debilitantes, pero el ejercicio aún no es como un medicamento. Esto se debe a que la mayoría de los medicamentos consisten en moléculas bien definidas con mecanismos de acción, farmacocinética y farmacodinámica, y efectos adversos bien definidos. Por el contrario, ninguna de esas cosas está bien definida para el ejercicio”.

“A largo plazo, queremos comprender las moléculas y las células asociadas con el ejercicio en alta resolución para que el ejercicio, como medicina, pueda convertirse en una realidad”, cerró el experto.

Está claro que los beneficios de la actividad física para el organismo son múltiples y, día a día, la ciencia avanza en nuevos hallazgos que amplían la lista. Es que, según los especialistas de Mayo Clinic, “el ejercicio regular ayuda a prevenir o manejar muchos problemas y preocupaciones de salud, que incluyen síndrome metabólico, alta presión sanguínea, diabetes tipo 2, depresión, ansiedad, varios tipos de cáncer, artritis y caídas. También puede ayudar a mejorar la función cognitiva y ayuda a reducir el riesgo de muerte por todas las causas”.

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