Las autoridades de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCAMAIMA), estudiantes, egresados, la Iglesia y los diversos actores sociales, celebraron ayer con justo entusiasmo un aniversario mayor: 50 años de servicio a través de la educación, y sin exagerar, de contribución a la gobernabilidad democrática.
La PUCAMAIMA, como se le llama desde 1987, cuando durante la celebración del Jubileo de Plata su santidad Juan Pablo II, la reconoció como Pontificia, tiene sus inicios en la década del 60, cuando la Nación empezaba a despertar del letargo de la tiranía trujillista.
La nueva universidad vino a llenar las necesidades de los jóvenes estudiantes de la región Norte, que sólo tenían como opción la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Pero había que tener la percepción y el sentido de los tiempos, para no sólo concebir, sino para implantar la idea, obra de la Iglesia Católica, a través de la Conferencia Episcopal. Correspondió precisamente al primer obispo de Santiago y entonces presidente de la Conferencia, monseñor Hugo Eduardo Polanco Brito, la responsabilidad de regir la nueva academia. Su labor fue continuada por monseñor Juan Félix Pepén Solimán, y monseñor Roque Adames, quienes contribuyeron decisivamente en esa etapa.
Desde 1970, monseñor Agripino Núñez Collado, ha tenido a cargo la rectoría de la academia, y más que rectoría, se puede decir que el liderazgo. Durante 42 años, esa Universidad no sólo ha graduado 65 mil dominicanos, ha crecido física y académicamente. Y más aún, ha influenciado la vida dominicana de la época democrática.
No sólo su rector ha sido un ente de mediación, diálogo y consenso, sino que la Universidad, bajo el impulso de la conferencia, ha irradiado la vida nacional con las diferentes camadas de profesionales que contribuyen al desarrollo.
Las autoridades de la PUCAMAIMA, los santiagueros y la sociedad toda, deben celebrar con regocijo este 50 aniversario.
