Ya no hay manera de que la tormenta tropical Chantal no nos afecte de alguna manera y en consecuencia hay que estar alerta. Lo que aspiramos es que los daños sean menores, especialmente en lo que tiene que ver con las personas.
Para conseguir ese propósito, tenemos que adoptar las previsiones, de manera personal y colectiva, cerrando cualquier brecha en las viviendas, y mediante la protección necesaria durante el paso del fenómeno.
Aunque no lo crea, todavía ayer residentes en el Distrito Nacional, particularmente en Gualey, donde acudieron reporteros de elCaribe, no sabían que hoy estaremos bajo los efectos de una tormenta que puede derivar en huracán.
Es necesario que los medios y las instituciones insistan en que las personas adopten las medidas de lugar para evitar daños, lógicamente, dentro de lo posible. En el caso de los poderes públicos, no estaría de más utilizar métodos de información directa, en las zonas más sensibles y vulnerables.
Sabemos que algunas instituciones acaban de anunciar un programa para atenuar potenciales daños de ríos como Haina, Nizao y Yubaso, en San Cristóbal; el Bajabonico, en Puerto Plata; Ocoa; Río San Juan, en la zona conocida como Mesopotamia; el Bajo Yuna; Camú, Licey, Jayaco, Jatubey y Juroa. Pero las autoridades se han desentendido de la cuenca baja del río Yaque del Sur, que en algunos puntos se ha apartado de su cauce natural hasta 400 metros y está desde hace años sobre la carretera que comunica a Uvilla con Tamayo. En esta temporada sus aguas podrían terminar en toda la planicie de Neiba.
En general, el país todo es vulnerable a tormentas y huracanes. Aquellos son puntos críticos, pero en todas partes hay que estar alerta. La previsión es clave. En cualquier caso, confiamos en que las personas y las instituciones enfrentemos la situación como lo que es, una seria amenaza.
