Un año de política económica y social

La evaluación de un año de gestión de la política económica y social del gobierno de Danilo Medina es ineludible. En este artículo abordo brevemente tres políticas: la fiscal, la de desarrollo productivo y la social. 

La evaluación de un año de gestión de la política económica y social del gobierno de Danilo Medina es ineludible. En este artículo abordo brevemente tres políticas: la fiscal, la de desarrollo productivo y la social.  En política fiscal, más allá del difícil episodio del paquete tributario de noviembre, la administración se propuso reducir el déficit al equivalente de 2.8% del PIB. Esto fue una señal positiva porque al tiempo que se proponía su reducción, cuidaba de no tumbar el gasto y con ello la actividad económica y el empleo. La gestión ha venido logrando el objetivo controlando el gasto en un contexto difícil de elevados pagos de deuda y subsidio eléctrico. Pero ella no merece todo el crédito pues sabemos que ha habido falta de celeridad de la inversión pública por incapacidades administrativas.

Por otra parte, el presupuesto de 2013 es moderadamente mejor que los anteriores porque puso un poco más de énfasis en la inversión fuera de los grandes centros urbanos, y porque aumentó el gasto en educación y en agricultura. Además, hay evidencias de que el gasto público se ha ejecutado de una forma más cuidadosa y se ha procurado evitar las extravagancias a que nos había acostumbrado la administración pasada.

Desafortunadamente, la mayoría de los más graves problemas fiscales aún persisten y no está claro que haya la suficiente determinación por superarlos. El clientelismo sigue siendo una de las fuerzas que más condicionan el ejercicio fiscal, contribuyen al pobre desempeño del sector público e impide que los recursos sean bien invertidos. Igualmente, a pesar de los esfuerzos, todavía una elevada proporción de las contrataciones no cumple con la ley y son un caldo de cultivo de la corrupción. Es cierto que un año no es suficiente para poner orden pero también es muy probable que haya mucha resistencia.

La falta de transparencia presupuestaria es otro de los déficits más severos y los avances han sido muy limitados. Todavía hoy no sabemos con exactitud como cerró el desastroso año fiscal 2012 y este gobierno se esfuerza por encubrir lo que pasó. En ese sentido, la prevalencia de la impunidad frente al latrocinio echa por la borda cualquier avance en otras áreas.

En materia de desarrollo productivo, el gobierno de Medina ha puesto énfasis en la agricultura y las pequeñas y medianas empresas. Su discurso y sus acciones han sido agua fresca en un desierto de indiferencia. En ambos casos, el énfasis ha sido puesto en el crédito, uno de los principales escollos que enfrenta la producción, y en alguna medida en las compras públicas. Además, en ambos casos atiende sectores débiles y mayoritarios en los que el dinamismo productivo tiene amplio impacto social.

No obstante, difícilmente esto conforma una política de desarrollo productivo de largo alcance. Para empezar, el crédito es sólo uno de los problemas. Además, temas cruciales como el desarrollo industrial, el impulso a las exportaciones y un nuevo modelo turístico no han tenido preeminencia. Hay que reconocer, sin embargo, que esto rebasa por mucho al gobierno. Como sociedad no hemos logrado acuerdos que sustenten nuevas políticas para superar un modelo que no funciona. Mientras, en el sector eléctrico no hay resultados sino dudas sobre la efectividad de la apuesta de solución por vía de nuevas plantas de menor costo de generación.

Por último, en política social, los programas para la erradicación del analfabetismo y de atención a la primera infancia  aparecen como las innovaciones de la administración de Medina. Junto a ello, hay que mencionar los programas de mejora en la educación, como la jornada extendida. Estos abordan cuestiones cruciales para el bienestar de la gente sobre las que la sociedad ha insistido por muchos años y que merecen ser no sólo apoyadas sino acompañadas y vigiladas por las comunidades.

Todavía no está claro el alcance y la efectividad de esos programas porque aún es temprano, pero la intención cuenta. Queda por ver si con ello, el gobierno terminará superando el modelo asistencialista de transferencias monetarias, el cual ha tenido poco impacto en las capacidades de las personas y alimenta el clientelismo.

No obstante, no pasa desapercibido que en materia de salud y seguridad social parece que nada pasa. Como sugirió el propio Presidente, los hospitales siguen siendo una vergüenza, y el régimen contributivo de la seguridad social se sigue percibiendo como una estafa.

A juzgar por estas áreas, queda demasiado por hacer como para sacar balances positivos.

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