Añoranzas de tiempos idos (3)

Recuerdos que traen sabores, olores, colores y sensaciones indelebles que el tiempo ha fijado de manera imperecedera. Imágenes que delinean edades, tiempos idos y personajes de nuestro entorno que ya no están, pero que renacen en esas invocaciones&#8230

Recuerdos que traen sabores, olores, colores y sensaciones indelebles que el tiempo ha fijado de manera imperecedera. Imágenes que delinean edades, tiempos idos y personajes de nuestro entorno que ya no están, pero que renacen en esas invocaciones de nostalgias íntimas.  Memorias luminosas de la madre y sus ternuras, del padre y sus cariños masculinos; de los hermanos en sus edades tiernas y complicidades compartidas que jamás hemos mencionado y las  que disfrutamos al revivirlas. 

Uno que otro circo, salpicaba de colorido el espacio de una ciudad donde el tiempo transcurría entre temores, actos e informaciones oficiales. Aunque todos sus payasos, leones, monos, el inolvidable elefante que llegó de Puerto Rico en una goleta de las de Tatá Martínez de Vidal, cuando el país tenía flota mercante propia, trapecistas y los motoristas suicidas del Globo de la Muerte, ya no existan, vivirán en la memoria de tantos que entonces éramos niños con capacidad de asombro y fertilidad emocional, para que impresiones tan fuertes nos marcaran para siempre la memoria.

El Foro Público paredón moral en el que el oficialismo destruía prestigios y dignidades, de personas que “caían en desgracia” o que “El Jefe” tenía intenciones de maltratar, en  perverso sainete que inquietaba y mantenía viva la inseguridad de los acólitos más cercanos. Leídos por La Voz Dominicana, mientras, el público se entretenía con ese circo lejano que en ocasiones llegó al asesinato, produciendo soterradas especulaciones, entre merengues de loas al régimen y chistes acerca de la figura de Trujillo y el circo familiar que le rodeaba. El Club de la Juventud, en la 19 de Marzo con Arzobispo Portes; El Golfito en la Bolívar; El Jaragua y sus fiestas con Antonio Morel; las fiestecitas en casa de familia con “el maetro agujita y su combo”: un “ picó con to lo dico de moda”; las “velloneras”  de Bartolo Primero; el Conejo Negro, El Pino, Bombillo, Meneito, Cambumbo y su lunes informal,  “maipiolos” célebres. En cine, Santo Domingo era una ciudad “parejera”: a más de las mencionadas salas, había cines para todas las clases sociales: El Trianón, Paramount, Micine, Apolo; Max y El Julia en la José Trujillo Valdez, boulevard arbolado con isleta central, hoy Avenida Duarte. Más tarde el Lido y sus películas pornográficas. Otros como el Atenas, El Coliseo Brugal eran cines al aire libre con bancos de parque de hierro, donde también se realizaban espectáculos de lucha libre con “vejigazos, patadas, sillazos y trompadas” de verdad. La sangre no se conseguía con anilina: Sabú, El Árabe; Rayo y Relámpago Hernandez luchaban a 3 caídas y sin límite de tiempo, siendo Negro Travieso (Sebo tibio) manejador de la campana que salvaba de una “agolpiá de apaga y vámono”. l

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