El antiguo agente de ventas

Los dueños de pulperías -negocios con identidad hispana permutada a veces por exóticas denominaciones como bodega y colmado- solían identificar como agente de viaje a los vendedores motorizados que los visitaban, que sustituían al tradicional…

Los dueños de pulperías -negocios con identidad hispana permutada a veces por exóticas denominaciones como bodega y colmado- solían identificar como agente de viaje a los vendedores motorizados que los visitaban, que sustituían al tradicional “vendedor ambulante”, mercante que a lomo de res integraba el comercio interno del país con la compra de excedentes y la entrega de satisfactores.

A los trece años mi estatura física  hacía indescifrable la condición etaria, situación que nuestro padre aprovechaba para encargarnos importantes misiones de desarrollo de la empresa familiar durante las vacaciones de verano.
Recibí la encomienda de hacer crecer el mercado nororiental de la isla. Tomé una camioneta, coloqué diez mil cigarros entre finos y gruesos en su interior y salí, con chófer, a buscar fortuna, a las 04:00 en fecha muy temprana de julio de 1952.

El primer cliente potencial hallado abierto nos mostró importantes contradicciones semánticas. Fuimos atendidos a las seis de la mañana, por el administrador de una cooperativa de productores localizada cerca de Nagua, quien nos asentó como “agentes de viaje”. Le dije: esa no es mi condición porque soy dueño de la mercancía con que viajo y mi misión es lograr acuerdos directos de ventas y entrega inmediata, así como respecto de cualquiera conveniencia de beneficio para ambos, usted y mi empresa. De manera que clasificarme como tomador de pedidos para presentarlos a la empresa que represento, para que su administración complete la transacción, no solo desfigura mi rol, sino que también impide a usted recordar que vendo mercancía que entrego de inmediato, pues soy dueño de todo cuanto vendo y no busco que me compre lo que no tengo.

Aunque sí he de preguntar a usted si cree que hace falta algo a mi oferta.  Ando, le dije, igual que los turcos que a caballo integran el comercio nacional, por todo el país. La diferencia es que mi almacén solo puede llevarse por carretera y no por lomas ni sabanas ni pedregales ni ciénagas.

De manera que, querido amigo, si usted identifica a esa gente como vendedores ambulantes, identifíqueme a mí también como tal.

Todavía en el año 2013 seguimos llamando agente viajero, agente de viajes, o agente de ventas, a alguien que no es tal cosa, sino empleado a quien se le paga un porcentaje del valor de la venta.  La definición legal nos dice que el agente no es miembro del personal empresarial, sino ente independiente, aunque la empresa presenta a sus vendedores como tales.  Tiene dedicación exclusiva donde trabaja como vendedor, no tiene oficina propia, ni trabaja sino por salario.

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