El fenómeno de la inflamación en nuestros tejidos y su principal vocero, que es el dolor, es uno de los procesos biológicos que más han sido estudiados y el trasfondo de muchas de las enfermedades que afectan a nuestra especie.
Millones de seres humanos utilizan antiinflamatorio y su prescripción es libre y sin ningún tipo de control.
A pesar de sus virtudes, también poseen un potencial dañino expresado como efectos secundarios e indeseables.
Los más relevantes son su capacidad de agredir la mucosa gástrica, ocasionando con frecuencia hemorragias en el tubo digestivo, lo que amerita intervención inmediata y con resultados diversos según la gravedad de los casos.
Otro impacto está en dos órganos nobles por su naturaleza y vitales para la sobrevivencia, que son los riñones y el hígado.
El daño a los riñones ocasionado por el uso de antiinflamatorios es una causa de insuficiencia renal irreversible, así como pacientes con procesos hepáticos crónicos.
Y finalmente está la relación entre eventos cardíacos como infartos por el uso de antiinflamatorios, lo cual de por sí ya es una advertencia a los usuarios de parte de los fabricantes.
Un buen consejo, antes de tomar antiinflamatorios, consulte con su médico de cabecera.