Apagar el sol y cerrar las playas

Al término de muchas reuniones sobre temas turísticos me he retirado con la percepción de que muchos participantes salen avergonzados…

Al término de muchas reuniones sobre temas turísticos me he retirado con la percepción de que muchos participantes salen avergonzados o desilusionados con el éxito logrado por República Dominicana con su oferta de sol y playa. Con esas motivaciones regularmente sustentadas en análisis parciales y poco profundos, confunden las estrategias de diversificación de la oferta y el fortalecimiento del producto sol y playa, con la sustitución de este tipo de oferta vacacional. Una estrategia de diversificación y enriquecimiento del producto sol y playa en hoteles todo incluido no supone -en ninguna de las dos estrategias- la sustitución de lo que ya tenemos. Un reciente estudio ordenado por la Feria Internacional de Turismo de Berlín (ITB) puso sobre el tapete aspectos a tener en cuenta al considerar estas cuestiones que apasionan a conocedores y a neófitos.

El referido informe, World Travel Trends, preparado por IPK (divulgado localmente por el diario Resumen Turismo), muestra que a pesar de las marcadas diferencias, los “turistas ricos” y los turistas pobres” tiene preferencias vacacionales similares. La analista Bárbara Postel explica que “no hay grandes diferencias entre los dos grupos”, y las vacaciones de sol y playa son las favoritas, seguidas por los city breaks y los tours.

El reporte dice que las personas de clase alta y media alta gastan una media de 930 euros (US$1,150) en sus viajes al extranjero, pero alerta sobre lo engañoso de este dato, ya que el 38% de este colectivo gasta sólo entre 250 y 750 euros; y de los viajeros con menos ingresos, cuyo gasto medio es de 590 euros (unos US$740), el 9% gastan 1,500 euros o más en un viaje, y el 21% se aloja en hoteles de 4 y 5 estrellas. El gasto promedio de los visitantes extranjeros a República Dominicana es de aproximadamente US$1,000, por lo que no está alejado del que señala el estudio para los turistas de clase alta y media alta; y muy por encima del promedio de los viajeros de menos ingresos.

La pregunta es: ¿qué hacer? A la par de resolver los problemas de arrabalización e infraestructura, debemos: primero, aprender a valorar lo que tenemos; segundo, echar al zafacón la absurda idea de que sol y playa, y todo incluido es sinónimo de baja calidad; y tercero, poner en marcha estrategias realistas para enriquecer nuestro producto y diversificar la oferta.

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