Apuntó Buda que el apego conduce al sufrimiento, pues el cambio es la ley natural de la vida.

Estampas dominicanas hijas del atraso político y social que se repiten al paso del tiempo, confirman la exactitud de ese pensamiento.

El pueblo dominicano sigue apegado a la canasta navideña o el juguete que el Gobierno reparte cada fin de año, por ignorar que así perpetua su sufrimiento.

Probablemente es un arraigo que no puede ser borrado de golpe y porrazo, pero lo desesperanzador es que no se vislumbra atisbo de que alguna vez se desterrará; más bien al contrario, si noveles figuras políticas reeditan y justifican la práctica.

Sin voluntad política para superar esta cultura denigrante seguiremos atascados en ella sin final.

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