De la Barquita a la escuela Los Cocos

Un conocido refrán que forma parte del viejo refranero popular nacional dice que muchas veces los dominicanos desbaratamos con los pies lo que previamente habíamos hecho con las manos, y eso mismo es lo que estamos tratando de aplicar aceleradamente&#82

Un conocido refrán que forma parte del viejo refranero popular nacional dice que muchas veces los dominicanos desbaratamos con los pies lo que previamente habíamos hecho con las manos, y eso mismo es lo que estamos tratando de aplicar aceleradamente en las márgenes del caudaloso y peligroso río Ozama, donde todo lo bueno que había sido previamente hecho por el presidente Danilo Medina al sacar a la gente residente en La Barquita para reubicarlos en el hermoso proyecto de La Nueva Barquita, ya comienza a ser desbaratado por el Ministerio de Educación, pues todos entendimos que esa decisión de reubicación pretendía sacar del peligro a esa marginada y muy pobre población, pero al parecer allí no hay ningún peligro de inundación pues en la Dirección de Edificaciones Escolares del Ministerio de Educación insisten en pasarle por encima al buen juicio, a la prudencia, a la hidrología, a la lógica, a la razón, y hasta al presidente de la Nación, porque al parecer allí a nadie le importa que el día que tengamos un fuerte ciclón la crecida del río se lleve a la escuela Los Cocos y la inversión.

Sorprende a la población sensata de esta nación que mientras el Ministro de Obras Públicas y Comunicaciones, como máxima autoridad de la única institución legalmente autorizada para otorgar permisos de construcción para cualquier tipo de edificación, ha dicho de manera correcta y de manera pública que ese Ministerio ha recomendado al Ministerio de Educación que devuelva ese solar marginal al río y que se reubique la escuela en un lugar que no sea susceptible a la inundación, un funcionario de nivel medio del Ministerio de Educación se presenta en rueda de prensa ante los medios de comunicación para decir que la obra en construcción va a seguir su ritmo de operación porque algunos comunitarios quieren la escuela en ese lugar, es decir, en el patio de sus casas, ya que esos mismos comunitarios, que ahora son expertos en hidrología, en eventos meteorológicos extremos, y en crecidas máximas, dicen que nunca han visto inundación en ese lugar, ni en el futuro se va a inundar.

Sorprende también que el sacerdote de la comunidad diga, de buena fe y en solidaridad con la comunidad, frente a la prensa y frente a toda la sociedad, que él asume la responsabilidad de todo lo que allí pase, lo que en Estados Unidos o en cualquier otro país desarrollado implica obtener en un banco comercial una fianza de fiel cumplimiento de responsabilidad civil, y obtener en una compañía aseguradora una póliza de seguros contra daños causados por la naturaleza, la que a su vez esté reasegurada por una sólida empresa de prestigio internacional, pues suponemos que la Conferencia del Episcopado Dominicano no va a comprometer sus finanzas con garantizarle al país que allí no pase nada el día que nos afecte una tormenta, un huracán, o un tsunami que entre por el cauce del río Ozama, ya que aquí cualquier día pasa cualquier barbaridad y nunca nadie asume ninguna responsabilidad. Y como eso lo sabe todo el mundo, el sacerdote dice que él sí la asume.

Durante la denominada Era de Trujillo, a ningún ingeniero se le ocurrió recomendar construir escuela alguna a orillas de un caudaloso río, pues todo ingeniero de la “Era” sabía que lo mínimo que le podía ocurrir, con mucha suerte y buena fortuna, era que le enviaran a pasar unas largas vacaciones en una celda solitaria de la cárcel de La Victoria, del mismo modo que en los 20 años en los que gobernó Joaquín Balaguer nunca vimos construir una escuela en las márgenes del río Ozama, porque Balaguer era tan respetuoso de los cauces y las márgenes de los ríos que siempre estaba sacando a la gente pobre que vivía en el río Ozama para reubicarlos en Las Caobas y en Cristo Rey, e inclusive emitió los decretos 358-91, 359-91 y el 183-93, vigentes hasta el cambio de gobierno de 1996, mediante los cuales buscaba desarrabalizar las zonas marginales de los ríos Ozama e Isabela, porque sabía que aquello representaba un gran peligro de inundación y destrucción cualquier día que llegara un fuerte ciclón.

El mensaje que desde el Ministerio de Educación se le envía al presidente Danilo Medina y a toda la nación es que la aplaudida inversión hecha en la reubicación de los residentes de la Barquita para llevarlos a un lugar alto y muy seguro, donde el agua nunca va a subir, era total y absolutamente innecesaria, pues si el Ministerio de Educación hoy construye una escuela en la misma zona marginal, mañana vendrá la iglesia, la policlínica, el caserío y la urbanización, y entonces ¿para qué hicimos tan alta inversión sacando a la gente de la Barquita?

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