En La Barquita viven en medio de la esperanza

Las corrientes del Ozama regresaron a su cauce tras 17 días del paso de la tormenta tropical Isaac y la vida ha vuelto a ser la misma en La…

Las corrientes del Ozama regresaron a su cauce tras 17 días del paso de la tormenta tropical Isaac y la vida ha vuelto a ser la misma en La Barquita.

Sus moradores han regresado a convivir con las contaminadas aguas del río que permanentemente les amenaza. Los niños han vuelto a corretear descalzos por los callejones, la ropa vuelve a secarse al sol y la cañada del barrio Puerto Rico de Los Mina sigue arrastrando basura hacia el afluente contaminado.

Sólo que esta vez, este deprimido barrio, símbolo de la pobreza y la marginalidad en Santo Domingo Este, volvió a ser el centro de atención cuando el pasado sábado recibió la sorpresiva visita del presidente Danilo Medina, quien prometió mejorar las condiciones de vida de sus moradores, que no salían del asombro de ver por primera vez a un gobernante bajar a su realidad.

Días antes, varias instituciones del Gobierno como los Comedores Económicos, el Ministerio de Salud Pública, y la Federación Dominicana de Municipios (Fedomu) realizaron algunas labores de prevención de enfermedades y reparto de raciones alimenticias.

Para los residentes de La Barquita esto no fue suficiente. “Aquí lo que dieron fue una fundita de cloro chiquita, una brisca de jabón de cuaba y un sobrecito para los ratones”, dijo Tomás Ruiz, quien afirma que la fumigación se quedó en la calle Gregorio Alegría y no llegó a las casitas que se encuentran en la orilla. La historia de siempre. “Siempre vamos pa´tras, no hay esperanza con nadie”, se queja.

Allí todavía se nota el rastro del lodo y las lilas que el río arrastró hacia la superficie donde Israel tiene un criadero de gallinas y gallos. “Yo pensaba que el río no iba a subir tanto. Se me perdieron como 7 gallinas con sus pollitos y en la casa se me mojaron los colchones, pero lo importante fue que no nos llevó a nosotros”, afirma con una sonrisa mientras termina de preparar los rejones para colocar los pollos.

A su lado unos hombres sacan las vísceras a un chivo que cuelga de un palo, mientras un grupo de niños observan el sangriento espectáculo.
Vicente Rambalde, quien vive allí hace 34 años desde que dejó San Pedro de Macorís para trabajar como chofer en la capital, ha visto pasar decenas de ciclones y escuchar cientos de discursos políticos que ofrecen villas y castillas.

Origen del problema

El padre Gregorio Alegría, párroco de la iglesia San Vicente de Paúl, quien ha realizado una importante labor social en esta zona y que acompañó a Medina en su recorrido por el sector, considera que no ha habido políticas sociales serias desde el Estado para atacar el origen del problema.

“Aquí el problema está bien claro, la gente ha invadido el cauce del río, ha invadido”, subraya. “No es que el río se mete donde la gente, es que la gente se ha metido al río. Y la naturaleza reclama por lo suyo”. Sostiene que si bien se pueden corregir algunos males que ayuden a mejorar la calidad de vida en La Barquita, la solución a largo plazo es el “desalojo total y radical” de ésta y otras zonas vulnerables y la reubicación de las familias en lugares adecuados. El sacerdote aplaudió el lanzamiento de la campaña del Ministerio de Salud Pública contra las enfermedades como el dengue, cólera, malaria y leptospirosis que podrían desatarse tras la tormenta. “Eso está bien, pero esa no es la solución.

Porque va a seguir lloviendo el día menos pensado y el río va a seguir subiendo”, explicó.

Pide escuela

El cura afirmó que aparte de la ayuda de emergencia que pudiera prestárseles a los moradores de las zonas vulnerables, como fundas de comida o colchones, lo fundamental es capacitarles en oficios técnicos para que puedan ganarse el sustento con un trabajo digno.

En ese sentido, se quejó de que la escuela laboral del sector lleva un año cerrada por las filtraciones que dañaron varias máquinas de coser y parte de los materiales, lo que impidió que más de 90 mujeres continuaran formándose en oficios como costura, repostería, peluquería y arreglo de uñas.

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