La Barquita

Un hermoso nombre para una triste realidad. La Barquita es lo que fue El Hoyo de Chulín: Hacinamiento, insalubridad, criadero de delincuentes y la demostración de la desigualdad social que hemos aceptado como algo natural

Un hermoso nombre para una triste realidad. La Barquita es lo que fue El Hoyo de Chulín: Hacinamiento, insalubridad, criadero de delincuentes y la demostración de la desigualdad social que hemos aceptado como algo naturalLa pobreza voluntaria se considera una virtud, por implicar la renuncia a los bienes materiales, pero eso no es pobreza. La pobreza real es la mayor calamidad que puede sufrir un ser humano, porque deshumaniza a quienes la sufren y a quienes la ignoran.

La decisión política del presidente Danilo Medina de borrar esa afrenta llamada “La Barquita” podría ser el mayor logro de su presidencia, pero de seguro sería su mayor logro como ser humano. La existencia de esos bolsones de miseria nos ponen a prueba a cada uno de nosotros. Nos hacen cuestionar hasta dónde pueden llegar sociedades en las que un grupito se puede gastar miles de dólares en una botella de vino, mientras hay niños que no pueden ir a la escuela, no pueden comer y tienen que dormir entre ratas y basura.

El padre Gregorio Alegría es la viva muestra de que todavía existen personas que de verdad son superiores. Dedicar su vida, las 24 horas, a cuidar de gente que no son tus familiares, ni tus conciudadanos, ni siquiera conocidos. Ese sacerdote católico nos devuelve la fe en la Iglesia como algo imprescindible para el alma, y para el diario vivir. Desde su parroquia y su fe, el padre Alegría ha traído esperanza a miles de familias que viven en la extrema pobreza en el mismo centro de la ciudad primada de América.

Las declaraciones de José Miguel González, de que el proyecto “La Barquita “es el modelo para el reordenamiento de toda la cuenca del río Ozama. Es el que luego se quiere reproducir en toda la ribera del río; creando barrios seguros y sostenibles donde desarrollar condiciones de vida dignas que merecen sus habitantes”. Ojalá que sea así. José Miguel González no es político, y eso da esperanza. La pobreza no puede ser combatida con políticos, esa gente no entiende, y casi siempre son los causantes de la pobreza.

¿Cómo se vive con menos de un dólar al día? ¿Por qué los microcréditos resultan útiles, pero no son el milagro que algunos esperaban? ¿Por qué los pobres dejan pasar las campañas de vacunación gratuita, pero pagan por medicinas que a menudo no necesitan? ¿Por qué sus hijos pueden ir a la escuela año tras año y no aprender nada? ¿Por qué no siempre invierten en obtener mejores calorías, sino calorías que saben mejor? Es el círculo vicioso de la pobreza: a mayor pobreza, mayor pobreza para siempre.

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