La bendición de ser madre

A muchos nos llama la atención el hecho de que nuestros abuelos o bisabuelos provenían de familias muy numerosas.

A muchos nos llama la atención el hecho de que nuestros abuelos o bisabuelos provenían de familias muy numerosas. No era raro escuchar frases como “mi abuelo es el tercero de 14 hermanos” o “mi abuela tuvo nueve muchachos”. Sin embargo, esto ya es cosa del pasado.

Son muchas las personas que sostienen que en estos tiempos de crisis que  se viven a nivel mundial, lo ideal sería tener uno o dos hijos,  y más aún si no se cuenta con una base económica sólida para poder darles calidad de vida a sus pequeños.

Las mujeres retrasan la maternidad porque quieren realizarse como profesionales, luego desean desarrollar lo aprendido en un buen trabajo y ahorrar lo suficiente para poder darse esos “lujos”, que, según ellas, si tuvieran hijos, no pudieran hacerlo, creen que es una “locura” tener que dejar su trabajo u otras actividades para dedicarse a ser mamá; además, las mujeres que deciden quedarse en casa para dedicarse a ser madre a tiempo completo, se consideran igual a las que tienen carreras y trabajan fuera del hogar.

Pero, para las hermanas Wanda y Giselle Cuevas Quezada, ninguna de las razones mencionadas son valederas. Ambas católicas, pertenecientes al grupo de los neo catecúmenos de la Parroquia María Auxilidadora, entienden que los hijos son una bendición y un regalo de Dios y por eso hay que tenerlos.

Gisselle, de 35 años de edad y madre de Víctor Ismael, de 11 años; Lía Isabel, de 9; Adrián Rafael, de 6;  Rocío Celeste;  de  5, Clara Inés, de 3 y Eva María, de año y medio, nunca pensó que iba a tener tantos hijos, pero cuenta que después que conoció la iglesia, entendió y aprendió que Dios provee y esa es realmente la garantía por la cual  ha dado vida a sus hijos. “Yo soy contadora y trabajo. Cuando llego a la casa me involucro totalmente con mis hijos, les ayudo a hacer sus tareas, y aún estando fuera de la casa estoy pendiente de si comieron o de qué ven en la televisión”, dice.

Con gran satisfacción, Gisselle expresa que nunca ha utilizado ningún método para evitar los hijos y no porque la iglesia a la que pertenece se lo prohíba.

“Hasta el momento no puedo decir que estoy arrepentida, pues el tener mis hijos no tiene precio. La mayoría de las veces le doy gracias a Dios por permitirme tener estos niños que me llenan la vida de felicidad a cada momento. Ver la ocurrencia de cada uno es el pago de cualquier sacrificio que yo haya tenido que hacer. Dios no solo provee de comida y cubre las necesidades básicas, sino que nos brinda la oportunidad de poder ofrecerles a estos pequeños un ambiente familiar sano,  cosa que se ha perdido mucho en estos tiempos”, comenta.

Wanda, graduada de contabilidad, a sus 32 años ya es madre de cinco niños Francisco Javier, de 8; Juan Esteban, de 6;  Jesús Gabriel, de 5; María Fernanda, de 3 y José Armando de nueve meses.  Está embarazada de Irene Marie, que nacerá en agosto.

Al hablar de la satisfacción que siente al tener una familia numerosa, Wanda no puede evitar que sus ojos se llenen de lágrimas. Con la voz quebrada nos cuenta que no existe un mejor momento que cuando sus niños la hacen reír, o cuando celebran un cumpleaños, los cuales en su casa ocurren todos lon meses.  “El verle la carita feliz a mis niños es algo increíble”, dice.

 Wanda comenta que el grupo católico al que pertenece no le prohíbe evitar la concepción de los hijos. Dice que al igual que su hermana, ha creído en la palabra divina de Dios y que traer hijos al mundo es pagarle un poco al Todopoderoso por todas las bendiciones que ha recibido de él. “Entiendo que no hay que tener miedos ni inseguridades para tener los hijos porque Dios provee a sus hijos y es él quien decide cuándo debes tenerlos. Resulta más penoso no poder disfrutar de esa gran bendición que  él nos da”, dice Wanda.

Desde el punto de vista de la iglesia

Según explica Omar Arbaje, médico seminarista del Seminario Santo Tomás de Aquino, cuando la Iglesia católica proclama que el matrimonio debe ser abierto a la vida, a lo que hace referencia es que las relaciones sexuales tienen dos fines inseparables entre sí: primero, la demostración de amor entre la pareja y la unión física, emocional y espiritual de la misma, y, segundo, la participación en la creación de Dios. Es decir, las relaciones sexuales tienen un fin unitivo y un fin procreativo; es imposible que, naturalmente, de las relaciones sexuales salgan cuestiones distintas de éstas. Sin meternos en los temas éticos sobre la sexualidad humana, es bueno aclarar que las relaciones sexuales siempre tienen el aparato reproductor de por medio y siempre involucran los gametos, aunque no necesariamente se unan estos dos.

“La apertura a la vida implica paternidad y maternidad responsables. Y, según la realidad económica de nuestras familias dominicanas, la responsabilidad implica un hogar, vestimenta, alimentación y educación. Si no podemos dar esto a más de dos niños, no tengamos más hijos”, expresó. Sin embargo, ¿en qué consiste un hogar? ¿En una especie de palacio con televisores por todas partes o vehículos para cada cual? ¿En qué consiste la vestimenta?, ¿en marcas? ¿En qué consiste la alimentación y la educación? “Estos estándares que nos hemos creado de cuestiones capitalistas son los que han venido a definir nuestras familias. ¿Qué entiende la Iglesia? Que siempre que se dé lo necesario en el amor, sin caer en el consumismo o el hedonismo, se pueden tener cuantos hijos se deseen”, detalla Arbaje.

La posición de los catecúmenos

Los hermanos del camino neocatecumenal (comúnmente conocidos como los “catecúmenos”) suelen ser radicales con esta postura de apertura a la vida. Suelen ser familias numerosas, y evitan todo tipo de métodos de espaciación de los hijos. La Iglesia Católica no cree en la anticoncepción, ya que es cerrarse al cuerpo mismo, que fue hecho para reproducirse. Por ello, los métodos que son aprobados por la Iglesia Católica son los de planificación familiar natural, no de anticoncepción. La familia tiene el derecho y el deber de planificarse y de espaciar los hijos con tal de ser responsables en su crianza. Como los hermanos del Camino Neocatecumenal viven en comunidades cerradas, los hijos son más fáciles de criar entre ellos, con tantos “tíos” y “tías” y “primos” que facilitan los medios para una correcta crianza.

Pero cabe resaltar que esta postura de los catecúmenos no es una distinta de la postura de la Iglesia, sino que la Iglesia misma exhorta este tipo de responsabilidad familiar. No es por cuestión de doctrina ciega, sino que es por respeto a aquello para lo que el cuerpo fue hecho. Y así es la postura de la Iglesia con respecto de toda la sexualidad: es respetar el cuerpo y sus fines.

Hay quienes puedan encontrarse en desacuerdo con estas cosas, pero lo visto durante tantos años es que el ser humano empieza a ser cuando un espermatozoide entra en un óvulo.

“Cuando se eliminen los mitos surgidos gracias a la secuencia de pensamiento de Malthus-Darwin-Galton sobre el exceso de población con respecto de los bienes existentes y de la selección artificial de los seres humanos será cuando vayamos desintoxicando nuestras mentes”, destacó Arbaje.

Al tomar la decisión de tener una familia numerosa, también debes de saber que detrás vienen muchos sacrificios, pero son sacrificios que brindan resultados muy satisfactorios”.
Gisselle Cuevas Quezada

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