De Blasio, con un cheque en blanco para gobernar NY

Los neoyorkinos apuestan al cambio. Jhon Lhota, un candidato sin carisma ni discurso que nunca conectó con la gente.

Los neoyorkinos apuestan al cambio. Jhon Lhota, un candidato sin carisma ni discurso que nunca conectó con la gente. El nuevo alcalde con un cheque en blanco. Cumplir con las grandes expectativas es el mayor desafío del nuevo incumbente de City Hall.

Lo primero es que su familia encarna la unificación racial de Nueva York. Como mezcla racial “café con leche” el atractivo  fue  estupendo, poderoso. Así es racialmente hablando la ciudad de Nueva York. Ello quedó claramente reflejado en las urnas con  su “historic landslide’, como lo calificó el diario Daily News, al ganar con el 73% del voto general, 55% del votante blanco, 96% de los negros y el 85% del voto hispano. Los neoyorkinos votaron masivamente por el cambio, luego de 20 años de administraciones republicanas, 8 de Rudolph Giuliani (1993-2001) y 12 del multimillonario Michael Bloomberg (2001-20013).

Sin experiencia administrativa, el antiguo Defensor del Pueblo y hoy alcalde electo de Nueva York, es un liberal  de origen italoamericano que ha centrado su discurso en el combate a la inequidad social y la pobreza, prometiendo un programa de cambios en educación, salud y empleo. Una visión diametralmente opuesta al conservadurismo de Bloomberg cuya administración quiso imponer la visión de cero impuestos a los más ricos para incentivar el crecimiento  económico y la generación de empleos. Al parecer no logró sus objetivos.

Claramente, la campaña Bill De Blasio enfocó su discurso en el anti-Bloomberg y claro, con el desgaste natural de sus doce años de gestión, más la crisis financiera que azota a Estados Unidos desde el 2008 con el derrumbe financiero de Wall Street y los bancos de inversión como Lethman Brother, no había mucho que esperar.

Un expresidente de la Oficina de Transporte Metropolitano(MTA, por sus siglas en inglés) John Lhota hizo un papel penoso como candidato a alcalde del Partido Republicano. Considerado un gerente excelente, su candidatura nunca impactó en el corazón de los neoyorkinos. Aunque quiso despertar entusiasmo hablando de que Blasio representaba la vuelta al crimen y el desorden, nunca llegó a cuajar. Se le vio en las calles saludando fríamente a los transeúntes de Harlem, cerca de la 125 y Broadway. Hubo momentos en que parecía ser “manoteado” por algunos  votantes que casi lo despreciaban. Entre sus promesas de campaña planteó apoyar la legalización de la marihuana y el matrimonio gay. Apenas un 23% del votante apoyó su propuesta. Al conocer tan pésimos resultados fue el primero en telefonear a De Blasio para felicitarlo.
 
La crisis financiera de la ciudad puede verse en el cierre de escuelas y hospitales. Y más aun en las diferencias de precios de 1989 a 2013. El galón de gas costaba $99 y ahora  vale $3.81. El pasaje del tren costaba $1 dólar  y ahora vale $2.50; el promedio de la renta es ahora US$3,095 y antes, en 1989,  era US$1,314. La falta de vivienda asequible a la clase media y a los más pobres es una de las prioridades del neoyorquino común que ha visto empobrecer más su vida en los últimos años , producto del creciente desempleo, especialmente entre los hispanos, que debe rondar alrededor del 25%.  De Blasio lo ha reconocido con toda claridad: el 46% de la población vive por debajo de la línea de pobreza. Eso quiere decir que la mayoría de la población gana menos de US$15,000 dólares al año. Los famosos cupones de alimentos y programas de asistencia social le han permitido a muchos sobrevivir.

Como es natural, la criminalidad sube cuando los problemas de la economía son más preocupantes. Parar el crimen es una prioridad, pero también el denominado programa “Stop and Frisk” (parar y chequear) que causó fuerte impacto negativo en la ciudad. Un millón 200 neoyorquinos hispanos y negros fueron molestados, sin ningún motivo, por agentes de la policía. Abiertamente en contra de esas  detenciones y registros racistas, De Blassio planteó eliminarlas una vez llegue al City Hall. La Policía de Nueva York ha recibido fuertes criticas sobre ese programa justificado por el Comisionado Raymond Nelly y Michael Bloomberg como efectivo para el combate al crimen. Es por ello que las encuestas mostraban a los neoyorquinos diciendo que quieren una nueva dirección política de la ciudad con  Blasio en un 85%, mientras rechazaron seguir en la dirección de Bloomberg en un 69%. Con un presupuesto de US$60 billones y una fuerza laboral de 300,000, esta ciudad de 8 millones de habitantes que hablan 120 idiomas espera que en enero el nuevo alcalde responda a sus expectativas de cambio. Y así parece haberlo entendido De Blasio al proponer mejorar  la calidad de la educación y crear un impuesto del 1 % a aquellos que ganan sobre los US$500,000 al año para financiar la educación pre-kindergarden para los niños entre 1 y 6 años.  Sin dudas  en manos del nuevo alcalde hay un cheque en blanco para que haga lo que tenga que hacer. ¿Podrá hacerlo? Ya veremos.

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