¡Habemus Mundial! Una nueva edición de la Copa del Mundo dio inicio ayer en el Arena do Corinthians de Sao Paulo, poniendo fin así a una espera de cuatro años y saciando las expectativas de millones de aficionados. Brasil dio el primer golpe con una victoria de 3-1 sobre Croacia.
El partido empezó marcado por dos sorpresas: la primera, el atrevimiento ofensivo de Niko Kovac, entrenador de Croacia, al alinear frente al anfitrión verdeamarelho un mediocampo en el que figuraban desde el inicio Modric, Rakitic y Kovacic; la segunda, un gol tempranero para los rojiblancos que llegaba en forma de autogol por parte del madridista Marcelo.
Tras el gol, la sombra del fantasma del ’50 se colgaba de a poco a las inseguridades brasileras.
Esta sombra, sin embargo, fue ahuyentada antes del medio tiempo por un Neymar que, para demostrar que no cree en fantasmas, recogió un balón en tres cuartos de cancha, lo barajó como pudo entre el mediocampo croata, y lo colocó en un chut raso con la zurda dentro de la portería de Pletikosa. Era el 1-1 que la hinchada brasilera necesitaba.
En el segundo tiempo, Brasil fue de menos a más con un Oscar que, tras empezar mal, nos terminó regalando una de las primeras grandes actuaciones del Mundial, apoyado lealmente por un Neymar que asustaba cada vez que tenía la pelota en los pies.
Esto llevó a Novac a sacar a un Kovasic de tibio partido por Brozovic, un jugador de corte más defensivo, para equilibrar su media y dar más libertad a Modric y a Rakitic.
Minutos después, ya por los 70, el árbitro japonés Yuichi Nishimura marcó un dudoso penalty a favor de los brasileros, incitando la felicidad de los torcedores paulistas y la furia colectiva de los croatas.
Neymar transformaría el penal para poner un 2-1 que, aunque no terminó con las fuerzas de los de Kovac, las vio mermadas notablemente.
Un contra-ataque relámpago finalizado por Oscar en el ocaso del encuentro sellaría la victoria para un Brasil sólido que, con este triunfo, se quita de encima la presión del debut.
