No caigas en alcohólico juvenil

Tomarse unos tragos los fines de semana con los amigos es una de las actividades más comunes en la vida de los jóvenes. Por lo general,…

Tomarse unos tragos los fines de semana con los amigos es una de las actividades más comunes en la vida de los jóvenes. Por lo general, todas las reuniones improvisadas son selladas con el vínculo del alcohol. Pero, ¿qué pasa cuando se vuelve una rutina?

De acuerdo con el doctor gastroenterólogo Alejandro Tokuda, “el daño que pueda causar siempre dependerá del nivel de alcohol que ingiera y de la producción de enzimas del individuo”.

Existen personas que producen una gran cantidad de enzimas que protegen al organismo absorbiendo el alcohol. Este grupo, entonces, resistirá más.

Por su parte el doctor Rafael Jonson, psiquiatra de la Fundación Fénix, una institución que trata a personas dependientes, recalca que en nuestro país por lo general se ingiere mucho alcohol y “nuestros jóvenes son el caldo de cultivo de éste, porque ellos copian modelos”.

Le preocupa que actualmente la población presente un aumento de consumo de alcohol en los adolescentes y sobre todo en las mujeres. Ante esto, el doctor Tokuda apunta que “muchas veces se hace por hacer lo que está de moda, tomar la última bebida de X bar”.

Ante todo este exceso de bebidas alcohólicas a muy temprana edad, el asunto lamentablemente no se queda en una simple resaca al día siguiente, las consecuencias futuras podrían ser irreversibles.

Según explica el doctor Tokuda, a diario se muere un gran número de neuronas con el sencillo hecho de respirar y aumenta significativamente cuando a esto se le suma un exceso de alcohol. Con esto no quiere decir que se evite o se suprima la común actividad de tomarse uno o dos tragos con los amigos, pero sí que se debe controlar ese consumo.

El especialista Jonson refiere que desde el punto de vista emocional el exceso lleva al  incremento de la ansiedad, disminución del estado de ánimo, alteraciones temperamentales significativas, deterioro del nivel previo de funcionamiento, es decir académico, laboral, familiar, etcétera.

En términos neurológicos la persona tendrá una corteza prefrontal muy alterada, transformaciones perceptivas, variación del control de los impulsos, agresividad.

Eso sin mencionar las consecuencias en la salud, como insuficiencia cardíaca, alteración en la mucosa gástrica, daños cerebrales y en muchos casos, la muerte instantánea por una intoxicación alcohólica o accidentes de tránsito.

En cuanto a tratar el problema,  Johnson indica que la mayoría de las personas buscan ayuda cuando ya cruzan la tercera década. “Llegan algunos más jóvenes, pero es más difícil, porque ellos aún no se dan cuenta de la dependencia”, concluye.

Sin embargo, aclara que esos jóvenes que argumentan que sólo toman “un poco” los fines de semana y no a diario, cuando lo hacen es para emborracharse, son denominados “bebedores abusadores” y también es un paso para la dependencia, porque ya a los treinta lo hará dos veces a la semana y así irá aumentando.

Sin vuelta atrás

El alcohol es uno de los grandes enemigos del hígado, por eso el exceso de alcohol también podría producir la cirrosis hepática. Como en todo –explica Tokuda– eso depende del historial médico de la persona y de la capacidad de soporte de su organismo.

“Un individuo que haya tenido hepatitis, en especial la B, no debe consumir alcohol, porque su hígado ya está sensible”, acota.

Todo es un proceso, la persona primero se diagnostica con esteatosis hepática (que muchos llaman ‘grasa en el hígado’) , luego se pasa a una hepatitis crónica y finalmente a una cirrosis hepática (o lo que muchos entienden como endurecimiento del hígado).

Sin embargo, el galeno refiere que la cirrosis por alcohol es la más fácil de tratar, si se hace con tiempo, el problema está en que la mayoría de los pacientes que buscan ayuda, ya llegan descompensados a los centros.

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas