La calidad del periodismo

En una edición vieja de elCaribe me encontré con la sabia opinión de Juan Bolívar Díaz y Huchi Lora acerca del deterioro creciente de la calidad del periodismo dominicano.  Sin intentar colocarme a la altura de esos respetados comunicadores, me&#823

En una edición vieja de elCaribe me encontré con la sabia opinión de Juan Bolívar Díaz y Huchi Lora acerca del deterioro creciente de la calidad del periodismo dominicano.  Sin intentar colocarme a la altura de esos respetados comunicadores, me permito agregar a esos calificados criterios que el lado más oscuro y ominoso de ese fenómeno no radica  solamente en la falta de talento de quienes ejercen el oficio.  Algunos de los ejemplos más deprimentes provienen de gente que sabe escribir y entiende los secretos del oficio. Gente preparada que ha renunciado al ejercicio puro para poner su talento y experiencia del lado de proyectos políticos. Y cuyo papel queda reducido así a la penosa y estéril tarea de tratar de refutar lo que otros periodistas dicen o escriben. Los rastreadores de talento periodístico, en su esfuerzo por anular el derecho a la crítica, han hecho de este modo tanto daño al periodismo dominicano como otras formas más brutales de censura, no por eso más efectivas, que dominaron en el pasado.

El panorama es tétrico. Colegas censurando a otros por la publicación de artículos o comentarios críticos contra el gobierno o un político en particular. Periodistas con capacidad para publicar cosas dignas de leerse, que han cambiado el respeto de sus lectores por el no siempre sincero elogio presidencial. ¡Qué manera de desperdiciar un don que Dios o la naturaleza no dieron con igual generosidad a tantos de sus colegas pobres de imaginación que copan nuestro ambiente periodístico! Ignoran así la máxima  llena de sabiduría que frecuentemente escucho de  labios de dos grandes periodistas y amigos, Miguel Franjul y Ruddy González: “Los bomberos no se pisan las mangueras”.

Por cierto, la experiencia nos recuerda que hay formas más efectivas y elegantes de defender una administración, y pudiera ser que el gobierno  las necesite ahora tanto como nunca.

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