Carta a Junot Díaz

“No me muevan el altar porque se me caen los santos”, dijo Ulises Heureaux en el año 1893, luego de las protestas surgidas cuando el dictador promovió que fueran tres los padres de la patria, y no solo Duarte. A los dominicanos no nos gusta…

“No me muevan el altar porque se me caen los santos”, dijo Ulises Heureaux en el año 1893, luego de las protestas surgidas cuando el dictador promovió que fueran tres los padres de la patria, y no solo Duarte. A los dominicanos no nos gusta mover nuestros poblados altares porque pueden quedar pocos santos.

Señor Junot Díaz, usted estaba en nuestros altares, pero lo retiramos. Usted nos decepcionó. Usted es una de las principales voces para que se nos presione y sancione bajo el torpe alegato de que abusamos de los derechos humanos de los haitianos y de que debemos dar marcha atrás a nuestras leyes migratorias, como si no tuviéramos derecho a tenerlas.

Usted quiere que nos ahoguen económicamente, que no venga el turismo, que nadie compre nuestros productos, que Amnistía Internacional nos condene, que renunciemos a nuestra soberanía… ¿Es usted dominicano de corazón?

¿Sabe usted que somos un país pobre y que a pesar de ello somos los que más ayudamos a Haití, un pueblo muy diferente al nuestro? Puedo citarle algunos ejemplos, de los muchos que hay. ¿Sabe usted que los haitianos indocumentados tienen los mismos derechos laborales que los dominicanos? Mencione otros países que hagan lo mismo. Eso se llama respeto al trabajo. Todos somos iguales.

¿Sabe usted que los dominicanos subvencionamos a miles de parturientas haitianas que gratuitamente tienen sus hijos en nuestros hospitales? A veces en un día hay más haitianas que dominicanas. Es nuestro deber atenderlas. ¿Sabe usted que los dominicanos subvencionamos a miles de estudiantes haitianos, la mayoría meritorios, que están en nuestras universidades, muchas veces estudiando de forma gratuita?

¿Sabe usted que los dominicanos subvencionamos a miles de haitianos que con apenas 5 pesos (11 centavos de US$) almuerzan en nuestros comedores económicos? Y una sola fila para dominicanos y haitianos. No hay discriminación. ¿Sabe usted que entre dominicanos y haitianos existe una convivencia pacífica, que son aislados los conflictos, y casi insignificantes con relación a la cantidad de haitianos que vive aquí? Vamos a los mismos lugares, en un ambiente de paz.

¿Sabe usted que cuando ocurre alguna catástrofe en Haití, somos los primeros en llevar nuestra mano solidaria? ¿Sabe usted que nuestros hermanos haitianos trabajan en la agricultura y en la construcción en armonía con los dominicanos?
Usted es un gran escritor. Cuando recibió el Premio Pulitzer aquí hubo fiesta, orgullo nacional. Pero como conocedor de la historia de la isla de Santo Domingo y de la realidad domínico-haitiana usted ha demostrado que es analfabeto, y además actúa con rencor. Por ello su figura, casi a unanimidad, se ha caído de nuestros altares y se ha roto en mil pedazos.

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