¿Cómo evaluar un desfile de modas?

La moda puede valorarse como el arte de lo efímero y lujoso. Pero sin duda, analizada más allá de lo obvio, es un arte que mueve…

La moda puede valorarse como el arte de lo efímero y lujoso. Pero sin duda, analizada más allá de lo obvio, es un arte que mueve los hilos de la creatividad, estimula la economía y modula la cultura. Pero, sobre todo, encanta y enamora las retinas. Y los desfiles son esa plataforma de exhibición de la moda que los diseñadores usan para presentar sus nuevas cosechas creativas a espectadores ávidos de belleza.

Pero, ¿puede un desfile de moda ser considerado “bueno” sólo porque tenga muchos vestidos bonitos? No necesariamente. Hay criterios básicos para evaluar una colección, su puesta en escena y la calidad artística de sus expositores.

1. ¿El desfile tiene un concepto?

En la moda todo nace de una idea o de varias. En principio, se entiende que antes de crear los diseñadores se inspiran en algo tangible o etéreo o se empapan de varias referencias: una memoria, un olor, una sensación, un país… A un primer detonador de creatividad se van añadiendo ideas, formas, texturas, hasta articular un concepto general que rige una determinada colección. De hecho, muchos diseñadores construyen un moodboard o cuadro de inspiración, una especie de collage donde agrupan fotos de algún libro de arte, un paisaje que remita a un tema en particular, un trozo de tela

Pero hay quienes van más allá. Se dice que el fenecido Gianni Versace decidió crear una colección inspirada en las mariposas y para “despertar la mente” de sus ilustradores, los reunió a todos en su taller y destapó varias cajas de las que salieron cientos de mariposas.

En una mente creativa el movimiento, el color y las formas comunican emociones que pueden extrapolarse a la tela. Por eso las primeras preguntas que debes hacerte cuando ves un desfile con ojo crítico son: ¿El diseñador me comunica con su ropa un concepto en particular? ¿Me remite a su paraíso creativo? ¿Tiene sentido su concepto? No se trata sólo de mostrar una sucesión de vestidos bonitos, sino que todo esté enmarcado y hermanado en una idea central, con sentido.

2. ¿Cómo llevó el concepto a la realidad el diseñador?

Por ejemplo, si un diseñador afirma haberse inspirado en África, lo más lógico es que emplee elementos e ideas que, adaptadas a su estilo, instantáneamente, te remitan al más viejo de los continentes. Entonces pregúntate: ¿Logró su objetivo? ¿Usó los elementos adecuados –cortes, texturas, complementos– para hacer su recreación? ¿Fue una versión mejorada? ¿Superó mis expectativas?

Hace un par de años, Magaly Tiburcio nombró a una de sus propuestas Con olor a café. Y magistralmente jugó con una paleta cromática presidida por los tonos mocha, chocolate y acentos retro que rememoraban esas tardes de complicidad con amigas, entre tazas de porcelana. El concepto no sólo era bueno, sino que la realización y terminación de la ropa, así como la puesta en escena fueron exquisitas.

3.¿Qué ofrece de “nuevo” esta colección?

El diseñador Michael Klein dijo una vez que “no creo hay nada que inventar… nuestro principal trabajo es reinterpretar las cosas, combinarlas de manera diferente y sorprender mediante la asociación de materias y formas componiendo nuevas siluetas”. Sin duda, la calidad inventiva del artista se aprecia cuando es capaz de innovar una prenda ya conocida. 

Es como dijo Coco Chanel: “El modisto es un hombre que tiene presente el futuro”. Cuando veas un desfile pregúntate: ¿Qué elementos conocidos emplea el diseñador para crear algo nuevo? ¿Incluye materiales inusuales en sus creaciones? ¿Logra resultados estupendos con los riegos que asume? ¿Podrías jurar que hay prendas que nunca habías visto?

TODO CUENTA

Además de la ropa, la música, la iluminación, las salidas en conjunto… son elementos que debes tomar en cuenta cuando valoras la calidad de un desfile. Todos estos aspectos, reunidos, son los que acaban por impactar – y hasta recrear una idea en concreto- y dar mejor terminación a la propuesta de los creadores.

4.¿Tiene buena terminación la ropa?

El diseñador Christian Dior era un obseso del “sentido del perfecto acabado”, de la importancia de la terminación de las prendas, de la caída sobre la silueta. Por eso todo lo que creó es todavía hoy tan exquisito como intemporal. Y es que antes que diseñador, se debe ser buen artesano. Una creación puede ser ingeniosa (los bocetos aguantan maravillas), pero si no “funciona” sobre el cuerpo, si está mal cortada o si la tela es de mala calidad, el resultado luce mediocre en la pasarela. 

5. ¿La ropa es “vestible”?

La creatividad con un toque suplementario de locura puede ser bien apreciada cuando disfrutas de un desfile de moda. Pero los excesos en la pasarela, no necesariamente resultan una apuesta exitosa. Una colección con un repertorio de “disfraces”, creaciones poco prácticas o infuncionales no califica como buena, ni siquiera por el hecho de que resulte divertida o la puesta en escena parezca “espectacular, fabulosa”.

Ya lo decía el afamado Guy Laroche: “Si un traje asusta es porque no ha sabido expresarse”. Cuando veas las modelos desplazarse en la pasarela, pregúntate: ¿Yo me pondría esto? ¿Mi amiga más vanguardista lo haría? ¿Me compraría más de dos prendas de la colección? Si tus respuestas son negativas, entonces, ¿cuál ha sido el sentido de haber desperdiciado tanta tela?

6.¿Cómo luce en conjunto la colección?

La coherencia es fundamental para evaluar con justicia un desfile de modas. Debes tomar en cuenta desde la primera creación que sale a la pasarela hasta la última. Es probable que haya muchas prendas que no te gusten o que quizá no te pondrías, pero esto no, necesariamente, es elemento de juicio para calificar mal una propuesta de un diseñador. Además de tomar en cuenta los cinco criterios anteriores, es vital fijarse en cómo están organizadas las salidas de las modelos, cómo el desfile evoluciona, cómo el diseñador te cuenta su historia-concepto y repasar, cuando todas las modelos salgan en el cierre, cómo luce en conjunto la colección. Eso te puede dar una valoración final más acabada y sensata.

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