No cualquiera dirige a estrellas

Esa teoría de que los conjuntos buenos caminan solos, donde nunca falta la repetida expresión “con ese equipazo gano hasta yo”, no es más que uno de los sofismas más grandes que existen en el mundo de los deportes.

Esa teoría de que los conjuntos buenos caminan solos, donde nunca falta la repetida expresión “con ese equipazo gano hasta yo”, no es más que uno de los sofismas más grandes que existen en el mundo de los deportes.Para comandar tropas de calidad hay que ser un general con estrellas. Y en estos tiempos, donde hay atletas con tanta o más liquidez que cualquier accionista mayoritario de un club, se necesitan muchos dotes para manejar talento.

Lo más difícil es ganar. No he visto el primero que rechace sus méritos individuales por la gloria de comportarse como un niño a la hora de celebrar efusivamente el campeonato conquistado.

La primera pregunta que llega a la mente cuando se anuncia la contratación de un mánager es “¿dónde ha ganado?”. Recuerdo la duda que existía en Nueva York en 1996 por la contratación de Joe Torre como dirigente de los Yankees.

Había interrogantes como rayas en el uniforme del conjunto por la firma de un capitán que tenía muchos naufragios en su prontuario. Torre silenció las críticas con cuatro coronas en cinco años. Tanto los Yankees como otras novenas han invertido millones y millones de dólares en personal calificado y no he visto ni por aproximación los mismos resultados.

Pasa con Phil Jackson, en el entender de muchos el mejor en la historia de la NBA, a quien siempre le sacan en cara que tuvo a Michael Jordan, Scottie Pippen y Dennis Rodman, entre otros, pero pocos se detienen a reparar en que puso al unísono esos temperamentos disímiles de Chicago para ganar seis anillos. Si de algo sirve, los tiros de tres de John Paxson y Steve Kerr fueron de su ingenio.
Ni hablar de lo que  hizo con los Lakers, donde Shaquille O´Neal y Kobe Bryant se rechazaban. Eran como naciones que mantenían los embajadores por necesidad.

Algo bueno tuvieron Red Auerbach, Pat Riley y lo mismo digo de Erik Spolestra ahora con Miami.

En el mundo deportivo hay historias para regalar de mánagers que no aprovecharon el talento entregado por la gerencia.

Quienes han podido merecen su crédito.

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