El corazón es una bomba aspirante e impelente constituido por un músculo especial involuntario cuyas células se llaman cardiomiocitos o cardiocitos. Esta bomba, que suministra sangre cargada de oxígeno, nutrientes y minerales a todo el cuerpo, tiene la particularidad de que la energía que lo impulsa y las redes que transmiten el impulso están en su misma pared. El nódulo sinusal, sitio donde se genera el impulso eléctrico, está localizado en la pared de la aurícula derecha, y recibe el nombre de marcapaso. Ese estímulo es conducido a todas las paredes del corazón a través de un sistema de conducción formado por células especializadas semejantes a las neuronas del cerebro.
El corazón tiene 4 cavidades: 2 aurículas y 2 ventrículos, separadas por 4 válvulas que controlan el flujo de sangre. Por el lado derecho circula sangre venosa y por el izquierdo sangre arterial, ya oxigenada, para distribuirla en todo el cuerpo desde la aorta, la arteria principal. El volumen de sangre bombeado cada minuto por el corazón es de unos 5 litros. El gasto cardíaco es el volumen de sangre expulsado por el corazón en un minuto. El corazón recibe el 5% de ese gasto, sin embargo, le extrae el 80% del oxígeno para convertirse proporcionalmente en el órgano más eficiente. El hígado recibe el 40%, el riñón el 25% y el cerebro el 13% del gasto cardíaco al cual le extrae el 21% del oxígeno.
El corazón tiene alrededor de 60 pulsaciones por minutos, unas 100,000 al día, bombeando diariamente alrededor de 2,000 galones de sangre, y asegura su propio suministro desde las arterias coronarias. Los estímulos emocionales o funcionales, a través del sistema nervioso simpático, por medio de señales emanadas del cerebro, estimulan la aceleración de los latidos cardíacos.
Cuando cesan los latidos del corazón terminan los afanes y los sueños, las ilusiones y las ambiciones, termina la vida.
