Decisiones convenientes

Muchas veces los seres humanos tendemos a tomar decisiones por impulso, porque sí, porque me dio un pique o porque “yo no le aguanto vaina a nadie”.

Muchas veces los seres humanos tendemos a tomar decisiones por impulso, porque sí, porque me dio un pique o porque “yo no le aguanto vaina a nadie”. Esta última expresión se usa mucho entre los que renuncian a un empleo cuando se “jartan” de las molestias del jefe o jefa.

Pero tras tomar una decisión laboral no pensada y sólo motivada por el impulso, la persona se da cuenta de que ya no tiene empleo, de que es difícil conseguir un nuevo trabajo y de que habría cometido un error, pues tomó, equivocadamente, una decisión no conveniente. Eso le ocurrió recientemente a una amiga y su caso me motivó a escribir este artículo.

Laboraba para una oficina de servicios de importación, el horario era normal, pero ella lo consideraba forzado; el salario no era tan malo, pero ella entendía que era muy bajo, y el jefe exigía cumplir responsabilidades, pero ella lo veía como un explotador y abusador. Al final, hizo un acto de malcriadeza y dejó todo, incluidas sus prestaciones laborales. Comenzó a buscar trabajo. Al cabo de tres meses aún sigue desempleada y me confiesa que anhela volver a la posición en que estaba. Que no era tan mala…

A ella, y a todos, les aconsejo que en materia laboral tomen decisiones convenientes. Es decir, puedes renunciar a tu trabajo, pero cuando a ti te convenga, no cuando le convenga a la empresa o al jefe. También puedes quedarte en tu trabajo porque a ti te conviene, no porque le conviene al jefe, a la empresa o a tu compañera de labores.

No es bueno dejarse provocar. Siempre pongo de ejemplo a los padres. Sí, a tu papá y tu mamá, o abuelo y abuela. Éstos, cuando tienes una pareja adecuada te dicen: “Mi hijo, tú tienes que quedarte con esa mujer, porque esa es la mujer que a ti te conviene”. Lo mismo si es a una hija respecto de un hombre. Los padres no te dicen “esa es la mujer que tú amas”, o “ese es el hombre que te quiere”. No, lo que dicen es que esa es la persona que “te conviene”. ¡Cuánta sabiduría!

Así es en lo laboral. Buenas o no tan buenas, las decisiones laborales se toman por conveniencia, no por caprichos o por impulsos…

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