El pacto firmado entre el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y su tradicional antagónico, el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), evidencia una evolución en la forma de hacer política e importantes niveles de madurez de los líderes e inteligencia emocional, toda vez que dejan de lado los años de enemistad, las diferencias y las apetencias personales para forjar una alianza por la voluntad popular y acorde a los deseos que la mayoría del pueblo, que es el soberano, ha manifestado en todos los instrumentos de medición.
Por otro lado, dos grupos con propósitos comunes como aliados pero constituyendo partidos diferentes, compuestos por personas con corrientes de pensamiento que en muchos temas pueden ser distintas, es algo sumamente saludable para la democracia porque garantiza cierto equilibrio en el poder, especialmente porque esta alianza se reflejará también a nivel congresual y municipal.
En este orden y como se trata de un número importante de alcaldías, regidurías y diputaciones, es imprescindible que la población votante tenga ya certeza de quiénes serán sus candidatos y a su vez que todos los que aspiran a una posición electiva también sepan a tiempo si trabajarán por sus candidaturas o si ayudarán a otros y esperarán por una oportunidad futura.
Es necesario que, atendiendo a los aspectos puntuales del citado pacto y en conjunto con la decisión que sobre el tema ha tomado el Comité Político del PLD, refrendada en su reciente Asamblea, se definan ya los candidatos para evitar conflictos e innecesarias lesiones que podrían derivar como consecuencia del comportamiento humano en el marco de una competencia.
Esto se hace más urgente a nivel municipal, pues a nivel congresual, si se considera lo acordado, se garantiza la plaza a los que hoy la ocupan (con la excepción lógica de aquellos a los que no interese y aquellos que renunciaron del PLD y el PRD) pero a nivel municipal lo acordado y anunciado es la selección de los candidatos mediante encuestas.
Es una medida acertada que dicha determinación se haga con este mecanismo y no con procesos internos que implican grandes gastos, que deterioran las bases de los partidos y que alejan a los incumbentes de su trabajo, pero justo por ello y por ser una herramienta sin complejidades entiendo que no se debe esperar más.
Apenas a 8 meses de las elecciones la población merece tener ese tiempo para escuchar las propuestas de los candidatos en lugar de ser espectadores de peligrosas luchas internas.
