Déjenme a mí a Westbrook

Russell Westbrook, el electrizante armador del Thunder de Oklahoma, ha sido constantemente baleado por las mortales críticas hacia su juego.

Russell Westbrook, el electrizante armador del Thunder de Oklahoma, ha sido constantemente baleado por las mortales críticas hacia su juego. A lo largo de la permanencia de este jugador siempre he defendido su valía para el conjunto.

Muchas discusiones se han armado en torno a este tema y siempre acuño la misma oración: ‘por algo es un miembro del mejor equipo olímpico del planeta’.

Eso debe pesar por sobre todas las cosas, pero la gente, en su enamoramiento con Kevin Durant, no deja de cuestionarlo. Puedo comprar muchos de los tantos argumentos que se tejen en su contra. Que atropella en ofensiva, que tira más que Durant, que no pasa el balón, que hace malas selecciones de disparos, pero uno que jamás osaría en hacer mío es que Oklahoma es un mejor equipo sin él. Nunca.
Pueden traer el récord de Oklahoma sin Westbrook durante esta temporada y estrellármelo en la cara, pero no creo, que con todo y eso, el Thunder llegue más lejos en postemporada sin él que con él.

No creo que con Reggie Jackson (me gusta como armador) en la punta Oklahoma puede llegar a batallar de tú a tú en playoffs. Westbrook es un mal necesario. El Thunder lo necesita si quiere llegar lejos. Me sorprende que los inventores del juego no hayan podido corregir todas las deficiencias que se le acreditan al nativo de California. Eso es porque sus atributos son más que sus deficiencias y es muy probable que ni el coach Scott Brooks ni sus asistentes den la importancia a la cola negativa que le endilgan.

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