Democracia acomodada

En nuestro país, como en algunos otros de la región, vivimos en una especie de democracia acomodada, en la que la práctica se distancia de los que son los principios fundamentales que dan sustento a este sistema.

En nuestro país, como en algunos otros de la región, vivimos en una especie de democracia acomodada, en la que la práctica se distancia de los que son los principios fundamentales que dan sustento a este sistema.Para nadie es un secreto que aunque existe una supuesta división de poderes en Ejecutivo, Legislativo y Judicial, lamentablemente cada vez existe más dependencia del Ejecutivo en vez de independencia.

Esta situación ha provocado negativas consecuencias, puesto que como país tenemos el costo de la democracia, pero no los beneficios que se derivan de la misma.

Pero eso no acontece únicamente con los tres poderes tradicionales del Estado, sino que afecta igualmente el llamado cuarto poder de la prensa. Por eso no resulta una sorpresa que el presidente de la Sociedad Dominicana de Diarios, Persio Maldonado, haya llamado la atención sobre las consecuencias de que el Presidente de la República decida no exponerse como debería a que los periodistas periódicamente le cuestionen sobre diversos aspectos de la vida nacional, lo que lleva a que los medios de comunicación publiquen lo que el Gobierno quiere.

A pesar de que funcionarios del Gobierno han pretendido justificar el inexcusable silencio presidencial alegando que el Presidente no está para hablar de todo sino para gobernar, lo cierto es que el Presidente como funcionario electo que es, debe estar sometido a los contrapesos como el de la prensa, sobre todo cuando los demás poderes del Estado no cumplen esta función.

Nuestros gobiernos recientes en vez de avanzar desde el punto de vista de las conquistas democráticas, han creado una hiperinflada estructura estatal que solo sirve a los propósitos clientelares de los gobernantes y que tiene por objetivo hacer que estos hagan lo que quieran sin limitaciones, pero a la vez controlar muy bien lo que quieren que los ciudadanos sepan o no.

Que el Presidente no responda a preguntas directas de la prensa de manera periódica, pero que al mismo tiempo tenga una factoría productora de mensajes en los medios tradicionales y en las redes sociales, que ha hecho que la cuenta de nuestra Presidencia sea la de mayor actividad luego de las cuentas de la presidencia y el gobierno de México, es una contundente confirmación de que no se trata de que el Presidente no quiera hablar, sino que solo desea hacerlo de manera acomodada, para mandar los mensajes mediáticos que desea y no para responder a los cuestionamientos que la ciudadanía tenga.

La excesiva tolerancia que ha habido a esta falta de información y de control por parte de los poderes, empieza a manifestarse en otras áreas, como la ilegal irrupción policial en una asamblea de ciudadanos que legítima y pacíficamente luchan contra la corrupción y la impunidad que corroen al Estado, pues aunque la jefatura policial haya querido distanciarse de la acción deteniendo a los agentes que supuestamente actuaron inconsultamente, todos sabemos cómo funciona la jerarquía en esa institución, que puede hacer servir a sus agentes de chivos expiatorios cuando así conviene o simplemente darles de baja por mala conducta, cuando denuncian lo que está a la vista de todos.

Y es que definitivamente ni los medios de comunicación, ni la Policía Nacional, ni los poderes Legislativo y Judicial son vistos por nuestros gobernantes como instrumentos al servicio de la democracia, sino que por el contrario desean que los mismos estén a su servicio, y mientras sea así, por más retórica que haya, no podrá haber verdadera democracia.

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