Desigualdad, pobreza y crimen

Con apenas un día de diferencia y en distintos contextos, la opinión pública nacional fue testigo de dos declaraciones que, por su naturaleza y dado el momento que vive la República Dominicana, especialmente en los ámbitos económico y social,…

Con apenas un día de diferencia y en distintos contextos, la opinión pública nacional fue testigo de dos declaraciones que, por su naturaleza y dado el momento que vive la República Dominicana, especialmente en los ámbitos económico y social, valen la pena analizar.

Me refiero a las palabras pronunciadas por el presidente Danilo Medina, en el lanzamiento de la Iniciativa por la Productividad y la Competitividad Nacional, la semana pasada y lo que un día después dijo el nuevo jefe de la Policía Nacional, el mayor general Nelson Peguero Paredes.

El presidente Medina dijo que no es posible tener un país productivo mientras persistan marcadas carencias expresadas en la desigualdad social y económica de sus habitantes. En ese escenario, el Presidente habló de esa desigualdad históricamente objeto de incontables estudios científicos y debates, al más alto nivel académico.

Peguero Paredes, con apenas un día de ser juramentado, sorprende a todos diciendo que en los primeros dos días del patrullaje mixto (Policía-Fuerzas Armadas) se están viendo resultados que, desde su óptica, muestran el éxito de esta acción combinada que él mismo propuso fuera reactivada.

Son dos posturas implícitamente vinculadas, vistas desde el marco conceptual que sugiere la visión integral necesaria para garantizar el estado de
bienestar que exigen los gobernados.

Esto así, porque la reflexión del Presidente sobre la desigualdad que afecta el desarrollo colectivo de nuestro país, surge precisamente cuando la sociedad dominicana es sacudida por una criminalidad que se reinventa y fortalece con el paso de los días.

Entonces, no es posible divorciar el germen de la delincuencia y la criminalidad de la brecha que separa a los que producen riquezas y los estratos más bajos de la población.

Es que, es en esas capas bajas donde mayormente se incuba ese monstruo de mil cabezas que nos atormenta y nos quita el sueño; que perturba nuestra paz espiritual y amenaza el proceso de desarrollo al que aspiramos los dominicanos.

No. El crimen y quienes lo promueven no se combaten con declaraciones emitidas al fragor de emociones propias de quien se estrena en una función de gran impacto popular.

Ya hemos dicho que tampoco basta la represión, lo cual no equivale a exonerar de culpas y castigos a quien transgreda el orden preestablecido. Hablo de que esa desigualdad socioeconómica aludida por el presidente Medina igual necesita de una juventud con más oportunidades, menos rezagada y protagonista de los programas educativos y de formación técnica pensados por el Gobierno.

De eso es que se trata, de no perder las perspectivas ni de obviar con ejecutorias momentáneas y complacientes las razones básicas del problema. Esos delincuentes, desafiados a ser enfrentados “en el terreno que ellos elijan” y con la recurrente “mano dura”, igual son jóvenes sin un entorno familiar adecuado y con las desesperanzas a cuestas.

Son jóvenes que con la ambición de obtener bienes materiales de forma fácil se vuelven presas de las tragedias sociales que generan la exclusión y el olvido.
Pienso que el presidente Medina tiene las mejores intenciones de afrontar el crimen desde un enfoque multidimensional. Y la mejor contribución de las instituciones creadas para darnos el clima de tranquilidad que hemos perdido, es integrarse a estos esfuerzos con la sobriedad mental que ameritan las circunstancias. Nadar en la misma dirección. No contracorriente.

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