Las aguas torrenciales caídas sobre el territorio nacional la semana pasada por causa de un imprevisto y sorpresivo meteoro llamado Sandy, es la antesala de brotes de enfermedades ya conocidas por nuestra población.
Las lluvias no sólo producen desplazamientos de familias y secuestrados por la pobreza y la miseria, sino que también alejan las mínimas posibilidades de que los afectados tengan una mejor suerte.
De nuevo tendremos más casos de dengue, incremento de la leptospirosis y muchos casos de enfermedades diarreicas relacionadas con la contaminación y la falta de agua potable entre otras.
Los vulnerables ya no son grupos, sino grandes poblaciones y guetos que son las víctimas de estas desgracias naturales. Sus problemas son eternos y representan un gran desafío, y su suerte está en manos de todos.
El presidente Danilo Medina ha puesto dentro de sus prioridades, y sus visitas repetidas lo desvelan, su intención de mejorar las condiciones de vida de al menos aquellos que han hecho de la ribera de nuestros grandes ríos en la capital su morada y traspatio de sus moradas, quedando a merced de estas situaciones que padecen y por los cambios climáticos cada vez serán más indolentes sobre nuestro país.
Esta triste realidad es de difícil abordaje y más aún en una nación que se encuentra entrampada en una emboscada económica.
