Aunque la campaña electoral va tomando calor y los discursos suben de tono, observamos que avanza a pasos firmes por el sendero correcto. Es muy normal que aspirantes recurran a los medios que consideren más adecuados para lograr sus fines, en un marco de respeto de las normas y leyes.
De lo contrario, el certamen no tendría sabor. Sería muy insulso y los ciudadanos no se interesarían y no jugarían el papel que les corresponde para legitimar a las próximas autoridades nacionales.
Lo interesante, y es lo que consta, es que la Junta Central Electoral (JCE) continúa adoptando reglamentos y normas que llenan las expectativas de los actores. Dos directrices establecidas el jueves pasado ayudan a completar el panorama en la dirección deseada.
Después del pacto del pasado 7 de este mes, mediante el cual los presidentes del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) solicitaron a la JCE la creación de una gerencia de Informática, para dirigir el Centro de Cómputos, sólo falta que el pleno de ese organismo apruebe la designación de los técnicos sugeridos.
Los acuerdos del pasado jueves 7, principalmente la definición de la forma de la boleta y los lugares que ocuparán en la misma los aspirantes presidenciales, viene a fortalecer el sentido de normalización del proceso, tan necesario para que todo transcurra sin ruidos perturbadores.
Que la JCE se haya acogido al sentido de la tradición, al margen de lo que pudiere ser la facultad del pleno, por las previsiones contenidas en la ley electoral 275-97 o el artículo 125 de la Constitución, y aceptara la solicitud del PRD, de que se le asigne el número uno en la boleta electoral por ser la organización más votada en las últimas elecciones, y que además se desestimara incluir la foto del candidato (a) vicepresidencial, ha sido una medida inteligente, que reduce las tensiones que venían perturbando el proceso. l
