El mensaje debe escucharse

Las fuerzas que abogan por la gobernanza decente se anotaron significativos puntos favorables con la marcha contra la corrupción y la impunidad. El elemento más resaltado es la participación ciudadana, pero hay que observar la calidad organizativa.&#82

Las fuerzas que abogan por la gobernanza decente se anotaron significativos puntos favorables con la marcha contra la corrupción y la impunidad. El elemento más resaltado es la participación ciudadana, pero hay que observar la calidad organizativa. Los promotores estuvieron atentos a todo, desde la seguridad, previamente coordinada con la Policía, hasta el cuido del ornato.

Habría que pensar en los propósitos del movimiento. Si se trata de una acción coyuntural o implica una apuesta de mayor alcance. En eso piensan sus organizadores. También los destinatarios, a quienes enviaron un mensaje claro: la sociedad sensible ha decidido movilizarse contra la corrupción y particularmente contra la impunidad.

Los sobornos admitidos por Odebrecht han sido el detonante de un problema que por años lacera a los dominicanos: la corrupción. Lamentablemente, la misma no ha tenido la mejor respuesta por la tendencia en algunos círculos a combatirla sólo cuando están apartados del poder. Su integridad es circunstancial y se fortalece en la medida en que se alejan de los recursos públicos. Es una moralidad de la conveniencia.

Pero a la sociedad le hace falta que se fortalezca una cultura que respete los recursos públicos y que se torne intolerante a la corrupción sin considerar su procedencia.

Ahora quienes gobiernan están en la picota, pero el escándalo conduce a una línea transversal que data desde 2001. Las salpicaduras podrían estar en todo el sistema político.
Por eso, el movimiento tiene que ser de la sociedad. Esta vez tiene sentido siempre que no resulte manipulado convenientemente. En lo inmediato podría ser más que un bocinazo directamente al gobierno, el cual debe valorar la fuerza de las voces que se levantan.

En esa perspectiva, se requiere una actuación responsable del Ministerio Público como brazo de la sociedad contra el crimen. Su actuación, si bien no puede obedecer a los gritos, debe caracterizarse por la firmeza y la transparencia. Que el proceso iniciado ante un delito confeso no puede cerrar con una salida que conduzca a la frustración social.
Debe llegar a término con todo rigor.

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