Elecciones y déficit fiscal

En su último reporte sobre República Dominicana, la firma calificadora de riesgo Standard & Poor’s indica que “la perspectiva estable se basa en la suposición de que el gobierno contendrá el gasto relacionado con el período preelectoral,…

En su último reporte sobre República Dominicana, la firma calificadora de riesgo Standard & Poor’s indica que “la perspectiva estable se basa en la suposición de que el gobierno contendrá el gasto relacionado con el período preelectoral, a diferencia de la elección presidencial anterior, y que el debate sobre permitir períodos presidenciales consecutivos no perturbará la economía”. La racionalidad detrás de la mejora en la calificación de ‘B+’ a ‘BB-’ de la deuda soberana dominicana reside en que “en el pasado, los resultados fiscales se han deteriorado durante los períodos electorales. Esperamos que algún gasto modesto relacionado con las elecciones en 2016, genere un déficit algo mayor el próximo año, pero nuestra mejoría en la calificación se basa en la suposición de que va a ser significativamente menor que en 2012”.

Cuando se analizan los resultados fiscales durante las últimas catorce elecciones presidenciales que ha tenido el país durante el período 1962-2014, no puede afirmarse que las elecciones dominicanas siempre derivan en un deterioro de las cuentas fiscales. En 1962, 1966, 1970, 1974, 1990, 2000 y 2004, los resultados financieros del Gobierno Central, medidos como porcentaje del PIB, mejoraron con relación al registrado en el año previo a las elecciones. En 1978, 1982, 1986, 1994, 1996, 2008 y 2012, los balances fiscales se deterioraron.

Como se puede observar, no siempre las elecciones desencadenan un deterioro fiscal. En las primeras elecciones presidenciales post-dictadura de Trujillo, Juan Bosch derrotó a Viriato Fiallo con un margen de 29 puntos. En 1962 las cuentas fiscales mejoraron en 2.3% del PIB con relación al resultado fiscal de 1961. En las elecciones de 1966, 1970 y 1974, Balaguer corrió prácticamente sólo. En 1966, cargado en los hombros del Gobierno norteamericano y los grupos conservadores, derrotó a Bosch con un margen de 18 puntos. En 1970, avasalló a su vicepresidente Lora en 1970 con un margen de 32 puntos. Y en 1974 aplastó al contraalmirante Lajara cuando este último se prestó a que el Doctor lo choteara con más de 69 puntos de ventaja. El balance fiscal mejoró en 0.2%, 0.1% y 0.4% del PIB en esos años electorales. En esas elecciones no era necesario aumentar el déficit fiscal o reducir el superávit para ganar abrumadoramente cuando el apoyo del Norte, los grupos conservadores y las armas -unido a la ausencia de opositores fuertes con real libertad para hacer campaña-, resultaban más que suficientes.

Es por eso que resulta más interesante adentrarse en el análisis de los resultados fiscales a partir de las elecciones de 1978, cuando muchos de los que insuflaban las preferencias del líder reformista se habían echado a un lado. La competencia lucía muy cerrada entre un Balaguer que quería mantenerse en el poder y el Acuerdo de Santo Domingo que llevaba como candidato al conservador Antonio Guzmán. Se produjo un deterioro fiscal equivalente a 2.1% del PIB, no porque el Gobierno aumentara de manera excesiva el gasto, el cual aumentó 9.2% con relación al nivel del año 1977, sino porque dicho aumento tuvo lugar en un año en que los ingresos del gobierno cayeron en 7.8%.

En 1982, a pesar de que las recaudaciones bajaron en 18% con relación al nivel de 1981, el deterioro fiscal fue mínimo, apenas 0.6% del PIB. Balaguer no estaba en la Presidencia y por tanto, Jorge Blanco como candidato del PRD, el partido de Gobierno, mostraba una cómoda ventaja. Al final, Jorge Blanco ganó con un margen de 7.5 puntos, a pesar de que el Gobierno, frente a las menores recaudaciones, redujo su gasto en 2.0% del PIB de 1981 a 1982. Los politólogos de la época insistían que los seguidores del presidente Guzmán no se sentían animados a apoyar a Jorge Blanco.

En 1986 la lucha iba a ser intensa. El país había sufrido el impacto de los ajustes fiscales de 1984 y 1985. Aunque el programa de estabilización y la unificación cambiaria comenzaron a rendir frutos en 1986, el partido de Gobierno terminaría pagando el precio de no haber hecho el ajuste correcto desde que arrancó en agosto de 1982. Aunque los seguidores de Jorge Blanco tampoco parecían sentirse cómodos con la candidatura de Majluta, se produjo un aumento en el gasto del gobierno en 1986 de 0.8% del PIB y un deterioro fiscal de 1.5% del PIB. Balaguer terminó derrotando a Majluta en unas elecciones muy controversiales y discutidas, con apenas un margen de un punto.

En 1990 Balaguer lanza su reelección frente a Juan Bosch del PLD y un PRD fragmentado en dos: Peña Gómez por un lado, Majluta por el otro. Aunque la competencia entre Balaguer y Bosch era muy reñida, el primero resultó ganador con un margen de 1.2 puntos porcentuales. Aunque los expertos indicaron que la evidente pérdida de facultades de Bosch impedía al PLD crecer más, la mayoría coincidieron que el factor determinante fue el colchón de votos a favor de Balaguer que se fue construyendo en la JCE meses antes de las elecciones, para asegurar su triunfo a pesar de la profunda crisis inflacionaria y devaluatoria prevaleciente. Las cuentas fiscales no se deterioraron ese año, todo lo contrario, mejoraron 0.9% del PIB. El gasto cayó 3.5% del PIB en 1990, no porque el gasto nominal cayese, sino porque el aumento de 10.2% quedó muy por debajo de la inflación promedio de ese año.

En 1994 Balaguer se enfrenta a Peña Gómez en una competencia muy cerrada. Al final, en medio de denuncias de fraude electoral, Balaguer aparece ganando con 2.5 puntos de margen, pero la crisis política lo forzó a recortar el período a sólo dos años. Las cuentas fiscales se deterioraron en 2.2 puntos porcentuales del PIB. El gasto del Gobierno aumentó en 17.1% con relación al nivel de 1993, un incremento de 0.6% del PIB que contrastó con la caída de 1.0% del PIB en los ingresos.

Dos años más tarde, las cuentas fiscales vuelven a deteriorarse, esta vez en 1.9% del PIB, producto del aumento de 21.3% en el gasto, equivalente a 1.0% del PIB mientras los ingresos caían en 0.7% del PIB. Balaguer y Bosch se unieron para conformar el Frente Patriótico que llevaba la candidatura de Leonel Fernández por el PLD y derrotar a Peña Gómez y el PRD con un estrecho margen de 2.5 puntos.

En el 2000, el PLD lleva a Danilo Medina contra el carismático Hipólito Mejía como candidato de un PRD por el fallecimiento de su líder Peña Gómez en 1998. Mejía ganó las elecciones con un margen de casi 25 puntos en la primera vuelta sobre Medina. Las cuentas fiscales mejoraron ese año en 1.1% del PIB, pues el gasto se redujo en 0.8% del PIB, al aumentar en un modesto 10.7% con relación al nivel de 1999.

En 2004, el intento de reelección de Mejía en medio de una seria crisis macroeconómica provocada por fraudes bancarios, resultaba muy cuesta arriba. Leonel Fernández lo venció fácilmente con un margen de casi 24 puntos. El déficit fiscal se redujo en 0.9 puntos porcentuales del PIB, producto del aumento de 0.9% del PIB en los ingresos y mantenimiento del gasto como porcentaje del PIB al nivel del año anterior. Aunque nominalmente el gasto subió en 44.4%, dicho aumento quedó por debajo de la inflación promedio de 51.5% de ese año.
En 2008, el presidente Fernández corrió contra Miguel Vargas del PRD.

Fernández ganó con un margen más reducido (13 puntos). Las finanzas públicas sufrieron un deterioro de 3.6% del PIB, debido en parte al aumento de 2.0% del PIB en el gasto y una caída en los ingresos del gobierno de 1.6% del PIB. El alza de los precios del petróleo en el primer semestre y la crisis financiera internacional que estalló el 15 de septiembre del 2008, acentuaron el deterioro fiscal de ese año.

En 2012, aunque el presidente Fernández no era el candidato del PLD, estaba claro que no iba a cruzarse de brazos ante unas elecciones que podían llevar de vuelta a la Presidencia a Hipólito Mejía, dueño de un discurso muy agresivo y amenazante contra Fernández. El déficit fiscal aumentó en 4.0% del PIB, producto de un aumento del gasto de 4.3% del PIB, principalmente del gasto de capital (2.9%). Danilo Medina, quien fue descontando gradualmente la ventaja inicial que las encuestas daban a Mejía, terminó ganando con un margen de 4 puntos.

Todo apunta a que en las elecciones del 2016, el presidente Danilo Medina podría estar ganando con el mayor margen de los últimos 54 años, exceptuando los 69 puntos que Balaguer le sacó a Lajara en el circo electoral montado en 1974. Visto lo anterior, Danilo Medina no tiene ninguna necesidad de alterar al programa de consolidación fiscal que su Gobierno ha estado ejecutando desde agosto del 2012. Contrario a la percepción de Standard & Poor’s, todo hace prever que el déficit fiscal del 2016 será inferior al del 2015. Sería la octava ocasión de mejorías fiscales en años electorales durante los últimos 54 años. Si finalmente se verifica esta mejoría, la nación, los bancos de inversión, los tenedores de bonos y las firmas calificadoras de riesgo le reservarán para siempre un lugar especial al presidente Danilo Medina. Y lo premiarán.

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