Elecciones y efectos secundarios

Nuestros procesos electorales, aunque evolucionados y con notables signos de madurez, exhiben en ocasiones un primitivo ejercicio de la democracia…

Nuestros procesos electorales, aunque evolucionados y con notables signos de madurez, exhiben en ocasiones un primitivo ejercicio de la democracia con variadas manifestaciones que hacen del colorido carnaval electoral, un particular menú para “todo gusto”.

La ley, según los jurisconsultos, se torna laxa, se ablanda, se “añingota” y entra en receso tácito donde unos se aprovechan y otros se “defienden”.

La contaminación sónica se eleva a su máxima expresión, porque los llamados “discolais” retumban en el alma a la ciudadanía que participa, dentro de los que son simples espectadores y de los que se encuentran en los alrededores y más allá, con devastadores efectos que incluyen el sacar al corazón de ritmo o aflojar la dentadura.

Con rubor vemos cómo en un “caravaneo”, un “franqueador” con los colores del grupo, abordo de un destartalado 70, detiene el tránsito para asegurar la fluidez de la ruidosa caravana con sirenas, reservadas a vehículos de emergencias.

La eficacia del “bandereo” se mide por la perturbación que ocasione al tránsito vehicular.

De la contaminación visual, ni se diga, aunque hay que reconocer que algunos ayuntamientos, como el del Distrito Nacional, han removido propaganda de todos los partidos.

Positivo es que los activistas políticos han reducido al mínimo el “embadurnar” postes del tendido eléctrico. Más grave es cuando la ley, instrumento medular para preservar la paz entre los ciudadanos, se hace invisible, como en el caso de la invasión de terrenos ajenos.

Los “especialistas” en la materia, doctos consumados que en nombre de la falta de vivienda propia, montan un negocio particular con ribetes de falsa motivación social, conocen las debilidades oficiales de que por “oficio” se ordena a los encargados del orden, no actuar en épocas electorales, frente a estos casos de invasión de propiedades.

Se neutraliza a la Policía Nacional en sus ejecutorias que aprovechan los aventajados del “negocio” de bienes raíces…ajenos.

En Pedro Brand se comenta que autoridades edilicias, regidores adversos al partido en el poder, líderes comunitarios y hasta religiosos, dirigen y promueven invasiones en terrenos urbanizables en Los Alcarrizos, estimulando a sus secuaces, bajo la premisa de que de ganar el partido opositor, se consumará de derecho lo que ellos han realizado de hecho, al margen de los legítimos derechos de propiedad que asisten a los dueños y bajo el supuesto de “promesas de campaña”.

Esta práctica lesiona de manera permanente principios fundamentales del derecho ciudadano y ocasiona profundos daños emotivos al que siente la negación de protección y de justicia.

El temor permea a los que perciben que si la barba del vecino arde, ni en remojo la propia se salva. l

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