La semana pasada cuestionábamos el afán, la prisa en inaugurar las escuelas, y advertíamos las implicaciones, a la luz de lo ocurrido en El Seibo, donde el presidente Danilo Medina suspendió un acto de esa naturaleza, porque las obras no estaban totalmente terminadas.Es cierto que el presidente Medina tiene el compromiso, y arriba del mismo el empeño de cumplir con su plan de construir o rehabilitar no menos de 28 mil aulas durante su mandato, lo que es muy loable, pero como hemos dicho, tiene que ser dentro de las reglas que garanticen que las obras se ajusten a los protocolos de seguridad, calidad y funcionalidad, en atención a los servicios esenciales propios de los centros educativos modernos.
En ese sentido, es importante resaltar que de nada vale alcanzar las metas, que se construyan todas las aulas, si las escuelas no tienen los equipos, servicios y las herramientas para que los estudiantes alcancen los objetivos perseguidos.
Vale más que las cosas se hagan bien que alcanzar la meta de las 28 mil aulas.
Son oportunas las explicaciones del ministro Administrativo de la Presidencia, José Ramón Peralta, el pasado viernes, en el sentido de que instalarán los equipos informáticos y de otro género una semana antes de empezar el año escolar. Pero hay que observar que ya el inicio de las clases está a la vuelta de la esquina, el 18 de agosto, y si apenas están licitando la compra de esos equipos difícilmente estarán disponibles para la apertura.
La camisa de fuerza que se ha impuesto el gobierno (28 mil aulas) no lo debe forzar a lo imposible. Ya vimos que en el período 2013-2014 no pudieron levantar las diez mil aulas. Concluir bien las que debieron terminar entonces sería un buen average. Las del 2014, 8 mil, podrían entrar progresivamente, hacia el 2015 y el resto, durante ese año y el 2016. Comoquiera, en el ranking de construcción de escuelas, nadie competirá con Medina.
