Espectacularidad, más que una ley

Muchos artistas, especialmente merengueros, ven en el proyecto de Ley que protege, estimula, preserva e impulsa la Difusión de la Música Dominicana, o simplemente “Ley de Música”, el aliento para todos los males que sufren en la difícil industria&

Muchos artistas, especialmente merengueros, ven en el proyecto de Ley que protege, estimula, preserva e impulsa la Difusión de la Música Dominicana, o simplemente “Ley de Música”, el aliento para todos los males que sufren en la difícil industria discográfica.

Otros se afincan en la idea de que solo hay que poner en práctica los reglamentos que desde siempre han estado “normando” este renglón, es decir, aquellas leyes infuncionales.

No es que esté opuesto a que los cantantes logren esta conquista que el diputado y cantautor Manuel Jiménez lleva en sus hombros, pero ¿es la Ley de Música la normativa que permitirá el rescate de un género como el merengue? ¿Incidirá en la calidad de las canciones la Ley de Música? ¿O acaso esta pieza que se debate en el Congreso Nacional permitirá que al público le guste una canción?

Me ha llamado poderosamente la atención algo que ha expresado el cantante El Jeffrey. Cito: “La ley de música no va resolver el problema (del merengue). Creo que la música es espectacular, debemos hacer música espectacular, tenemos que hacer música con los códigos modernos. Debemos ser artistas, tenemos que cuidar la imagen y eso es lo que le falta al merengue”.

Tan sencillo. De lo contrario no valdrá nada para que un género como el merengue conquiste el terreno perdido, espacio que estoy seguro recuperará en algún momento, cuando sus exponentes conecten especialmente con la juventud, aquella que no compra álbumes y descarga por tiendas digitales lo que quiere escuchar o accede a plataformas como YouTube para ver lo que desea. No solo se trata de demandar el 50% en la radio, porque en las redes sociales, Youtube o VEVO, entre otras plataformas digitales, los merengueros siguen posicionados varios pasos atrás de los urbanos, bachateros y salseros.

En plazas extranjeras ocurre lo mismo, el merengue es lo que menos se escucha, y en ciudades como Nueva York, donde el ritmo de la güira y la tambora fue amo y señor, hoy vibra al ritmo de bachata, reggaetón y salsa.
¿Qué falta? Como bien ha expresado El Jeffrey: “Espectacularidad”, trabajo de imagen y conectar con los códigos actuales.

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