Esto hay que detenerlo

Lo hemos dicho. Nadie está seguro en el país. Por momentos nos acostumbramos a la posibilidad de que haya  mejorado la  seguridad como suelen decirnos las autoridades. De pronto se quiebra con un brutal asesinato.La joven estudiante…

Lo hemos dicho. Nadie está seguro en el país. Por momentos nos acostumbramos a la posibilidad de que haya  mejorado la  seguridad como suelen decirnos las autoridades. De pronto se quiebra con un brutal asesinato.

La joven estudiante Zuleica Ponciano Polanco, apenas 24 años, con una carrera académica militar hecha, matriculada en una universidad para especializarse en Relaciones Internacionales, cae en circunstancias muy penosas. Eso nos llena de tristeza, de pesar. Porque una chica así, indefensa aunque tuviera un arma por la función que desempeñaba, cómo puede ser masacrada de manera aleve, bárbara, por unos desalmados.

Es en el estado en que nos encontramos, en el que las personas están expuestas permanentemente. Donde incluso las personas llamadas a preservar el orden y las vidas rutinariamente se convierten en objeto de la criminalidad.
Ahora fue Zuleica, pero el pasado domingo, a un primer teniente de la Fuerza Aérea Dominicana (FAD) también le fue arrebatada la vida a tiros durante un asalto, delante de sus dos hijas, de 17 y 11 años. Manuel de Jesús Sosa Jiménez, un promotor de la juventud, entrenador deportivo atacado en el barrio Mejoramiento Social.

Estas dos personas, sin más ni más, sin mediar palabras, eliminadas a mansalva, sin dolor, sin miramientos. Una muchacha de 24 años, sola, en la madrugada, para despojarla de su arma no había que matarla. Entonces hay una profunda descomposición. No son seres humanos. El mismo comportamiento frente a Sosa Jiménez, como si la vida no fuese nada.
Y pensar que esos hechos son cometidos por criminales con antecedentes comprobados, que entran y salen de la prisión con inusitada facilidad.

Estos hechos obligan a pensar en la sociedad en que vivimos. En la inaplazable necesidad de quebrarle el espinazo al crimen. Recurrir a métodos adecuados para detener la sangre derramada por gente inocente y decente que dan y podían dar más por su familia, por su país.

Ahora Zuleica, ayer Manuel de Jesús, mañana, no se sabe quién.
Esto hay que detenerlo.

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