El eterno tema haitiano

Haití y los haitianos, de este y al otro lado de la frontera, siguen siendo noticias y factores que gravitan sobre la vida diaria del dominicano. Hace pocos días se trataba de una protesta del lado del Patois, donde terminaron “soldando” la…

Haití y los haitianos, de este y al otro lado de la frontera, siguen siendo noticias y factores que gravitan sobre la vida diaria del dominicano. Hace pocos días se trataba de una protesta del lado del Patois, donde terminaron “soldando” la puerta metálica de entrada en el cruce de Dajabón. El ciudadano común y silvestre de nuestro país percibe que “nos están dando una pela”, en términos deportivos, cuando en los tribunales internacionales estamos condenados antes de la querella y en el plano local luce que actuamos estrictamente a la defensiva.

Aunque pueda tildarse de “cautela gubernamental”, lo que se siente es que le mantienen doblado el pulso al Gobierno y que la política oficial es ceder y aceptar y que faltan “pantalones”. Los nacionales haitianos creen que recibimos “órdenes” de Obama de que “nos portemos bien”, si no queremos consecuencias negativas. Titulares de un influyente diario haitiano indican que: “Haití no cederá frente a chantaje dominicano” ??? lo que hace entender que el tema de nuestro país es apropiado anestésico, por la sensibilidad y emotividad que produce, para esconder situaciones medulares de esa nación. Los siquiatras del siglo XIX inyectaban trementina en las piernas a los locos bajo su cargo, produciéndoles un doloroso “nacío”, que denominaban “absceso de fijación”. Era tanta la perturbación y dolor que causaba a los de mente afectada, receptores de tan “innovador tratamiento”, que “fijaban su atención” en la pierna y se tranquilizaban. Este método, utilizado por gobernantes nuestros ante crisis internas, lo aprendieron los de la nación vecina, como distracción colectiva.

La mentira es el factor común en las “causales” de las prohibiciones del gobierno haitiano como veda a productos dominicanos: salami, huevos, pollos, plásticos y la lista en aumento, situación que aunque sin medida, afecta nuestra balanza de pago y causa aumentos de la prima, mientras crecen las remesas haitianas. Es parte de nuestra personalidad nacional, el postergar soluciones, quizás esperando intervención divina o suponiendo que “las vainas” se resuelven solas. El fuego cercano al Hoyo de Pelempito tiene que estar relacionado con el “conuquismo” de haitianos que se desenvuelven en ese parque nacional. Tenemos un grave problema social y hay quien dice, salvando las circunstancias, que “la noche de los cuchillos largos” puede darse como “la noche de los machetes cortos”, en versión criolla, donde los que tienen haitianos como serenos y limpiadores de escaleras de edificios, no tengan oportunidad de arrepentirse de su “ahorrismo” antinacionalista.

Los conflictos serán cada vez más frecuentes y graves y la génesis puede ser el Santiago arropado.

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