Ya existe el Pacto por la Salud

En las últimas semanas distinguidas personalidades del sector salud y la seguridad social, han abogado respecto a la necesidad de un Pacto por la Salud.

En las últimas semanas distinguidas personalidades del sector salud y la seguridad social, han abogado respecto a la necesidad de un Pacto por la Salud. Quienes se han pronunciado tienen reales méritos para hacerlo por cuanto en sus ámbitos, momentos o circunstancias han hecho trascendentales aportes al sector.

Más allá de tan loables intenciones es de rigor destacar que la República Dominicana alcanzó uno de los lugares más altos de la región en cuanto a la formulación de políticas para el sector salud. Lo hizo además por la vía de la transparencia y la participación como se ha estado haciendo en las últimas dos décadas en el sector educativo o como aconteció con el área de cultura. No es casual que el país ocupe en el mundo un honroso lugar en la elaboración de políticas gubernamentales. Las grandes falencias de la gerencia del Estado dominicano no residen por tanto en la formulación, llámense planes decenales o pactos, sino en la ejecución.

Cuando afirmamos que el país alcanzó uno de los lugares más altos de la región en cuanto a la formulación de políticas en el sector salud, nos estamos refiriendo al aún vigente aunque evidentemente olvidado Plan Decenal de Salud 2006-2015 (PLANDES), un verdadero pacto. Técnicamente, un instrumento gerencial impecable pero no asumido en cuanto a su ejecución.

Los llamados por un Pacto por la Salud sí pueden ser muy útiles para que el país se dé un plan maestro del sector salud en la perspectiva del año 2030 en correspondencia con la Estrategia Nacional de Desarrollo, lo cual no sería contradictorio si se acompañase al mismo tiempo con un pacto. Más debería de ser un pacto como el de educación de apenas 27 páginas y que reafirma los planes decenales del sector ordenando su revisión.

Tanto el plan maestro del sector salud como el pacto pueden ser de relativamente fácil elaboración contando con un equipo de técnicos nacionales – el país los dispone- de altos niveles, algunos de proyección internacional; ahorrándose la complejidad o espectacularidad de las experiencias anteriores lo cual puede reducir significativamente los costos; e incorporando un sistema de seguimiento que asegure su efectiva ejecución. Sin dejar de incluir, además, aspectos nodales del sector salud como la plena libertad de elección, per cápitas equivalentes para el régimen contributivo y el subsidiado, el Plan Básico de Salud, la real separación de funciones y un serio sistema de habilitación, acreditación, supervisión y auditoría médicas.

La intención en torno al Pacto es muy valiosa, más convendría ponderar su reenfoque.

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