La fiebre en la sábana

El desgastante debate político y jurídico sobre la reelección presidencial y la consecuente reforma constitucional que deberá concluir en las próximas horas, ha llevado a algunos a plantear la tesis de que en contadas ocasiones de la historia…

El desgastante debate político y jurídico sobre la reelección presidencial y la consecuente reforma constitucional que deberá concluir en las próximas horas, ha llevado a algunos a plantear la tesis de que en contadas ocasiones de la historia política dominicana, la democracia había estado tan amenazada como en la actualidad. Presagian estos analistas un quiebre de la institucionalidad en la República Dominicana. La reelección y la manera en que se intenta imponer, aparece en estos análisis como la nueva responsable de los diversos males que padece nuestro sistema político.

Sin dejar de cuestionar el “pragmatismo” que ha predominado en este proceso de reforma, es necesario advertir de los peligros de un análisis que no identifique las causas de los atrasos institucionales o que, desatendiendo la sabiduría popular, siga ubicando la fiebre en la sábana. El debate sobre la reelección no ha hecho sino más que develar el nivel del déficit democrático en el país. Este proceso ha permitido descorrer un poco el manto que cubre la descomposición de la actividad política dominicana. La reforma ha sacado a la luz una realidad que muchos prefieren que siga oculta, pues es más cómodo vivir en el autoengaño de una supuesta institucionalidad democrática.

No han bastado cinco décadas de construcción de un régimen democrático para superar la profunda debilidad institucional en el país. Ha sido imposible el diseño y puesta en vigencia de una arquitectura institucional en el que los poderes del Estado funcionen con independencia en el desempeño de su rol, que no es otro que el de servir de freno y contrapeso en el sistema político. Durante este período dos líderes políticos, Balaguer y Leonel, han gobernado 34 años, siendo su principal aporte a la democracia la constitución de una institucionalidad a su imagen y semejanza. Si no hay una ruptura con esta herencia autoritaria, que supere el personalismo y el caudillismo, no seremos capaces de avanzar hacia una verdadera institucionalidad democrática.

El deterioro de nuestro sistema de partidos y la inequidad en la competencia electoral, ponen de manifiesto las precariedades de esta democracia. Desde hace tiempo los partidos vienen dando muestra de su poco interés por la transparencia y la democracia interna. Esto ha ocurrido al tiempo en que se diseñó un sistema electoral en que el voto en libertad tiene cada vez menos importancia. Importan el dinero y las prácticas clientelares. A pesar de esto, algunos entienden que nos encontramos ante un nuevo ciclo en la política dominicana; su rumbo dependerá del papel que estén dispuestos a jugar los actores comprometidos con la democracia.

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas