Frankenstein

Nada que ver con el Frankenstein de andar pesado y tornillos en el pescuezo, pero tampoco tiene esta película absolutamente nada que ver con cine, y si es cine entonces es “cine chatarra,” con lo que aun así estaríamos dándole un enorme crédito.&

Nada que ver con el Frankenstein de andar pesado y tornillos en el pescuezo, pero tampoco tiene esta película absolutamente nada que ver con cine, y si es cine entonces es “cine chatarra,” con lo que aun así estaríamos dándole un enorme crédito. Si fuera a comparar con las películas hechas en RD, entonces Lotoman es una obra maestra. Y si algo se puede sacar de cosas como esta, es de lo frecuente en esas producciones Made in USA: la representación visual, la excelente sincronización de sonido y el diseño de  producción, pues ahí es donde se la comen, pero no crea que va a encontrar contenido, eso de “contenidos” fue pensionado. Dos o tres parrafitos en off, alguna que otra escena de verborrea, y el resto la andanada de siempre con seres dándose más golpes que en un ring de boxeo. Si se pregunta el motivo por lo que se continúa haciendo este tipo de cosas, créalo, es por la gran cantidad de descerebrados que hay sueltos por ahí con 2 pesos en el bolsillo que paga y mantiene esas barbaridades dichas cinematográficas. Pero, ¿de dónde sacan esas cosas? Pues de leyendas fantásticas del universo del terror  medioeval. Y ya ahí no hay forma de sacar a relucir buenos personajes y conflictos que les den sostén. Lo que vemos son personajes esquizofrénicos, bipolares, con un “guión” repleto de dialogo-trash. Mejores diálogos los encuentra en una telenovela mexicana y en comparación, también, los personajes de la tv son obra de Shakespeare. Es el caso del “personaje” Adam, que es torturado por la soledad y un pasado funesto, habla grueso y no confía ni en su sombra, hasta que conoce a una científica (sacada de un concurso de belleza) por la que se derrite en amor apasionado a primera vista (el cliché de la pareja enamorada). Y hasta en eso se dan una perdida y su madre, presentando a la pareja en una historia que debería producir empatía, pero que es un desarrollo tan tonto y tan poquita cosa que nunca vemos lo que el uno ve en el otro, aparte de la belleza física. Y es que, claro, toda la acción obedece a un sentido mercadológico para, adivine el mercado de público descerebrado.
Duración: 93 minutos

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