Hasta luego, amigo Marco

Estoy fuera del país y el miércoles pasado, temprano en la mañana, recibí una llamada de la amiga Circe Almánzar.

Estoy fuera del país y el miércoles pasado, temprano en la mañana, recibí una llamada de la amiga Circe Almánzar. Al momento pensé, cuando vi su nombre en el celular, que se trataría de alguna reunión, alguna pregunta o algún problema del sector. Lo que menos me imaginaba era que la noticia que me daría Circe sería tan grave como la muerte a destiempo del amigo Marco de la Rosa.

Cuando fui nombrado por el expresidente Fernández en la CDEEE conocía a la mayoría de los generadores porque son amigos de muchos años o porque los conocí cuando fui presidente del Consejo de la antigua CDE. A Marco lo conocí el 20 de agosto de 2009.

Nunca pensé ser funcionario público. Me sorprendió la llamada y la petición del entonces presidente Leonel Fernández de que asumiera la conducción de la CDEEE. El sistema eléctrico estaba al borde de un colapso y no podía rehuir la responsabilidad que ponía en mis manos, pues todos debemos ver más allá de nuestros intereses.

Pocos entendieron el peso que se colocaba sobre mis hombros. Sin ser político tenía que resolver un problema que podía costar las elecciones al partido de gobierno del cual yo era parte. Es decir, defraudaba la confianza puesta en mí por el presidente Fernández y si no lograba cambiar el rumbo del sector eléctrico sin proponérmelo era un fracaso del sector empresarial.

Los generadores estaban al punto de apagar las plantas por falta de pago. Entonces convoqué a una reunión con todos el 20 de agosto del 2009. Trazamos algunas líneas generales, porque nunca discuto en grupo con clientes o suplidores. Es una práctica que he llevado con éxito porque puedo obtener mejores negociaciones que si lo hago en grupo. Cada caso tiene sus particularidades.

El primero en ser convocado a mis oficinas fue a Marco de la Rosa. El grupo que presidía era responsable del 45% de la generación del sistema. Desde el primer momento hubo una conexión entre los dos, ambos entendíamos la responsabilidad que teníamos frente al país, cada cual jugando un papel diferente.

Al Grupo AES se le debían seis meses de factura y tenía las dos plantas a gas de Los Mina, de las más económicas del sector, paradas por falta de combustible.
Marco entró con paso rápido, siempre andaba con prisa, algo nervioso, pero  siempre amable y responsable. Le pedí no apagar la generadora de Andrés, pues se estaba negociando un acuerdo con el FMI y el presidente Fernández me había asegurado los recursos para saldar la deuda.

Además, tanto el Banco Mundial como el BID estarían otorgando préstamos por 700 millones de dólares para la estabilidad macroeconómica con el propósito de  evitar que la crisis mundial del 2009 afectara la estabilidad de la República Dominicana.

Le comenté que ambas instituciones multilaterales habían exigido once condicionalidades y siete recaían sobre el sector eléctrico y que estábamos dispuestos a cumplirlas y que una de ellas era mantener el pago a los generadores a 45 días.

Marco aceptó darnos apoyo y no apagar la generadora Andrés, la mayor del país en ese momento. Sin embargo, me tenía una noticia muy preocupante. Debía contratar todo el gas para el año 2010 y así garantizar el funcionamiento por 12 meses de las generadoras de Los Mina. Esto suponía pedir 10 barcos contratados por adelantado, por lo cual era necesario asegurarle el pago pendiente.

Algo que muchos no entienden es que  el mercado de gas es diferente al de diesel o fuel-oil. Hay que determinar la cantidad a comprar por adelantado y de no consumirla hay que pagarla completa de todos modos.

Marco de la Rosa confió en que yo gestionaría los recursos con el Gobierno y, a riesgo de perder su empleo, contrató los barcos necesarios para generar más barato y mejorar la matriz energética, con lo cual le evitó al país la adquisición de una barcaza, que quería contratar la administración anterior que generaría a costos inmensos y que además tenía problemas legales. Esa nefasta planta nunca llegó para suerte  del país, ya que el déficit hubiese aumentado en más de 100 millones de dólares. Fuimos a un proceso de arbitraje y le ganamos. La barcaza se quedó donde debía: en Filipinas.

Mi relación con Marco no estuvo exenta de tensiones. Una cosa es la amistad y otra los intereses del Estado y del país. A nombre del Gobierno me embarqué en un proceso legal para exigir a AES Dominicana el cumplimiento de un contrato con Edeeste. El caso fue ganado, reportando ganancias para la empresa distribuidora por 440 millones de dólares.

Pero aun así ambos entendimos que era un asunto comercial y que nuestra admiración mutua no tenía por qué deteriorarse.

Marco pasó su último fin de año en su amada Venezuela, lugar montañoso  donde estuvo de vacaciones con su familia y su madre y donde no había señales de celular. Conociendo su sentido de responsabilidad, sé lo que para él significó, pero le dio la oportunidad de compartir con su familia y reencontrarse a sí mismo, dejándonos a todos  este párrafo: “La felicidad es una decisión personal, solo tienes que decidir cuándo empezar a ser feliz y empezar a ver el mundo de otra forma, sin apegos, sin verla como resultado de obtener algo que no tenemos y que se nos presenta en cada momento de nuestras vidas. Disfruta de las cosas pequeñas, pues algún día puedes mirar atrás y darte cuenta que ellas eran las cosas grandes”.

Hasta luego, gran amigo. Nos dejas la pena de tu partida, pero puedes estar satisfecho de que te ocupaste de las cosas grandes y de las pequeñas con mucha responsabilidad.

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