En homenaje al “mujerón” dominicano

A propósito del pasado sábado, Día Internacional de la Mujer, que aquí aprovechamos para “homenajes, reconocimientos y medallas”. Justo es admitir que la mujer universal ha hecho grandes progresos en la lucha por sus espacios, y la dominicana,&#82

A propósito del pasado sábado, Día Internacional de la Mujer, que aquí aprovechamos para “homenajes, reconocimientos y medallas”. Justo es admitir que la mujer universal ha hecho grandes progresos en la lucha por sus espacios, y la dominicana, en las últimas décadas, ha competido favorablemente por lo que la cultura machista criolla le negó desde siempre. No creo en el “todos y todas…” y recelo de las “cuotas” por sexo y no por méritos, pero al margen de estos equilibrios sintéticos, la realidad muestra a una dominicana tenaz y con garras, que sin perder su condición femenina, crece sobre sí misma. Baste ver el número de féminas en centros educativos y de capacitación; las empleadas que con eficiencia y dedicación aseguran promociones; las ejecutivas de todos niveles; las que manejan empresas propias; las que realizan labores antes  “exclusivas “ de hombres; las que luchan por su familia, por su hogar, por sus hijos. El hombre dominicano del futuro tendrá que emplearse a fondo para nivelar la nueva sociedad, que ya enseña sus ribetes rosa. Esto sin abandonar su condición de “mujerón” capaz de realizar 1,000 papeles cruciales: amiga, hermana, administradora, amante, enfermera, madre, consejera, “empujadora”…simplemente mujer.

Soy testigo de una expresión de una sumisa mujer del autoritario barraco “preñador” que caracterizaba a nuestros antepasados varones, expresión de hace menos de 30 años y que recoge la minimizante cultura ancestral hasta nuestros abuelos: “¿Su mercé me va’usá eta noche?… pa si no ya acotame a doimí”. Poco hay que explicar sobre lo que destila sensación de objeto y pertenencia de la mujer de entonces, y el macho gozador procurador de egoístas placeres propios, en marcado contraste con la dominicana de hoy. 

Como escribe de manera tan intensamente femenina Martha Rivera Garrido, poetisa dominicana: “No te enamores de una mujer que lee, de una mujer que siente demasiado, de una mujer que escribe… No te enamores de una mujer culta, maga, delirante, loca. No te enamores de una mujer que piensa, que sabe lo que sabe y además sabe volar; una mujer segura de sí misma. No te enamores de una mujer que se ríe o llora haciendo el amor, que sabe convertir en espíritu su carne; y mucho menos de una que ame la poesía (esas son las más peligrosas), o que se quede media hora contemplando una pintura y no sepa vivir sin la música. No te enamores de una mujer a la que le interese la política y que sea rebelde y sienta un inmenso horror por las injusticias.

Una que no le guste para nada ver televisión. Ni de una mujer que es bella sin importar las características de su cara y de su cuerpo. No te enamores de una mujer intensa, lúdica, lúcida e irreverente. No quieras enamorarte de una mujer así. Porque cuando te enamoras de una mujer como esa, se quede ella contigo o no, te ame ella o no, de ella, de una mujer así, jamás se regresa…”. l

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