Hopkins, ¡en serio peligro!

Bernard Hopkins, legendario boxeador ( de casi cincuenta años), ha copiado de los atletas testarudos.

Bernard Hopkins, legendario boxeador ( de casi cincuenta años), ha copiado de los atletas testarudos.Aunque es un extraordinario atleta, seguro inmortal de Canastota, se arriesga a ser atropellado cuando este sábado enfrente al pegador -e invicto en 26 peleas, 23 nocauts-  Sergey Kovalev, de Rusia.

La Federación Internacional de Boxeo ordenó que se pactara la pelea entre Hopkins y Kovalev. Disputarán el cetro de los semipesados. La promotora Main Events,  que tiene los derechos comerciales de Kovalev, es la encargada de montar el pleito.

No estaba en ánimo de escribir sobre Hopkins y su combate del sábado, pero motivado por inquietudes de fanáticos, decidí referirme a la que podría ser la última riña de Hopkins en su brillante carrera.

Recuerdo a Hopkins cuando, el 29 de septiembre del 2001 (en el Madison Squeare Garden de Nueva York), destruyó al boricua Félix “Tito” Trinidad.

Protagonizaron la pelea unificadora del cetro del peso mediano. Tito Trinidad estaba invicto (44-0) y siempre subía al cuadrilátero como favorito, pero se encontró con la capacidad del estadounidense.

Y partir de aquel fatídico momento el estelar púgil boricua dio inicio a su declive.

Hopkins hizo 20 defensas de su cetro mediano. Impuso un récord como el mediano más duradero.

¿Por qué arriesgarse?

Además Hopkins se convirtió en el boxeador de más edad (47 años) en conquistar una faja del mundo.

Borró de los libros a George Foreman quien en 1994, a los 45 años, se había convertido en el boxeador más viejo en ganar una corona. Noqueó a Michael Moorer.

Hopkins no se conforma con la singular historia que ha escrito… sigue en los tinglados.

En la víspera de su combate con Kovalev declaró:”soy un atleta de otro planeta y seguiré triunfando”.

Veremos entonces si en boxeo “los año pasan en vano”.

Hopkins, ante un rival al que le lleva más de 20 años, se arriesga al peligro.
Pone en peligro hasta su propia vida…¡sin necesidad!

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