La ilegitimidad de la clase política

La popularidad de la Presidenta Dilma Roussef ha caído a un 9%; la tasa de rechazo de la presidente chilena Michelle Bachelet es de un 61%, algo inconcebible, pues fue calificada de “incombustible,” cuando dejó el poder con un 85% de aprobación;&#8

La popularidad de la Presidenta Dilma Roussef ha caído a un 9%; la tasa de rechazo de la presidente chilena Michelle Bachelet es de un 61%, algo inconcebible, pues fue calificada de “incombustible,” cuando dejó el poder con un 85% de aprobación; el presidente Peña Nieto de México enfrenta una desaprobación del 75% en su lucha contra el narcotráfico, luego de la espectacular fuga del Chapo Guzmán.

Este rechazo a la clase política ocurre igualmente en las democracias maduras. Resulta revelador el 25,55 % de votos obtenidos en las elecciones italianas del 2013, por un partido encabezado por el cómico “Beppe” Grillo, cuyas sátiras de los políticos italianos logró una audiencia de 17 millones de espectadores.
Sorprendente resulta la irrupción de Donald Trump en las primarias republicanas, en los Estados Unidos. Trump ha sido calificado de payaso por los políticos tradicionales a quien ha desconcertado, debido a la popularidad de su discurso desenfadado, en ocasiones vulgar, y abusivamente antiinmigrante, que refleja un malestar social subyacente.

¿Qué está provocando este malestar de raíces tan profundas, que podría causar un terremoto político? Los electores simplemente no se sienten representados, o en el peor de los casos, se sienten engañados por la clase política. A continuación enumeramos algunas causas de esta falta de legitimidad.

1.- La corrupción político-empresarial, que enriquece a las élites de manera desmesurada. Así mismo, la corrupción entraña el engaño, un elemento altamente corrosivo para las instituciones. El escándalo de Petrobras ha sido la causa del derrumbe de la presidente Roussef. La presidente Bachelet se ha visto afectada por un conflicto de interés de parte de su hijo.

2.- La desigualdad social es otra causa de ilegitimidad, pues rompe la necesaria cohesión que legitima las instituciones sociales. La globalización ha causado una creciente desigualdad, pues ha beneficiado a unos, y perjudicado a otros, dentro de un mismo país. Y la desigualdad entre países ha provocado desbordados procesos migratorios, como en el caso de nuestro país, ante la indiferencia de las clases políticas, atadas a ideologías, o compromisos que no le permiten actuar.

3.- Finalmente la globalización de una economía canalla de vicios, drogas y una cultura popular de la vulgaridad, concebida para sacar dinero, y no para elevar a los jóvenes. Una cultura que adversa a los padres que desean educar bien a sus hijos. Cultura que tampoco es atacada por la clase política, que muchas veces opera en contubernio con sus actores.

No cabe duda que este panorama no es bonito. Sin embargo, es una buena noticia que los ciudadanos estén ganando conciencia, aunque sea a través de los mensajes de un cómico, pues de alguna manera se debe poner fin a la tragicomedia de una clase política, cínicamente engañosa, que solo se representa a sí misma.

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