Ironía y humor en “La peste de estos días”

Se abre el telón y aparece un grupo de actores que rápidamente nos remontan al teatro barroco, aunque en un espacio reducido y con pocos elementos para ambientar el escenario.

Se abre el telón y aparece un grupo de actores que rápidamente nos remontan al teatro barroco, aunque en un espacio reducido y con pocos elementos para ambientar el escenario.Ahora bien, ¿para qué tantos artificios si la imaginación es la mejor forma para enriquecer el argumento? Así, las luces, el vestuario, los diálogos y las máscaras, van generando una historia que muy a pesar de que los actores fueron precisos al decir que algún parecido con la realidad era pura coincidencia, en la misma se distinguen situaciones que a menudo se presentan en nuestra sociedad. Claro que habría que despojar el drama de los hechos, pues la pieza guía a sus personajes a sobreactuar ciertas escenas con el fin de presentar una sátira que deviene a su vez como crítica social a nuestro derecho como individuos a espacios dignos, especialmente en lo que se refiere al derecho a la salud.

Una historia médica

La obra en sí recrea la historia de un individuo común que decide ir al hospital por un “simple dolor de estómago” y, pretendiendo encontrarse con su pariente para la revisión médica, se cruza primero con un personal ineficiente y, por otro lado, con un doctor inescrupuloso que antepone sus intereses personales al juramento de Hipócrates.

Es de ese modo que la esposa del paciente en su intento por reunir el dinero para las medicinas con las que el “hospital” no contaba para salvar a su esposo, termina siendo objeto  de propuestas indecentes en su condición de fémina por parte de un banquero a quien fue a solicitar un préstamo, e incluso, víctima de la desidia de los políticos, entre ellos la gobernadora a quien había respaldado en tiempos de campaña política.

Asimismo es asediada por fanáticos evangélicos y sindicalistas que más que ayudarle la ofuscan con sus ideas. Siendo finalmente la tía Odiosa que en un estado de caridad dado por su reciente conversión a una corriente espiritual que ni ella misma conoce, decide otorgar un cheque por el valor de los “supuestos medicamentos”.

Y, a pesar de que aparece un alma noble en la escena que descubre lo que acontece, los chantajes se apropian de la situación hasta que la dignidad humana se impone, aunque tarde, pues su actitud desencadenó un sin número de protestas que aunque lograron reunir el dinero necesario para el tratamiento, dichas protestas se convierten en pretexto para que los empleados decidan paralizar las funciones del hospital hasta que el Estado tome cartas en el asunto.

Es de esta forma que un “simple dolor de estómago”, poco a poco fue generando otras molestias de mayores complicaciones y, el doctor más que definir el estado de salud de su paciente, es causante de su muerte, tal como acontece cuando una Nación es guiada por políticos corruptos siendo condicionados fundamentalmente por sus circunstancias, mejor entendida como: “la peste de estos días”.

Elenco sobre las tablas

Ricky Molina Don Moisés Cortez (el paciente); Doris Triny Sánchez Belkis (esposa del paciente); Jéssica Pérez Dra. Tripita y Colombina (1ero. personal ineficiente, 2do. Alma noble); Claudio Rivera Dr. Plutarco Zabala (Dr. Inescrupuloso); Víctor Contreras Bocanegra (Perro 1) y Sindicalista; Joan del Villar Chivilo (Perro 2), Doctor y Banquero; y finalmente, Viena González Secretaria, Gobernadora, Evangélica y Tía Odiosa.

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