Jóvenes y porvenir

En estos días hemos visto escenas y hechos que nos obligan a pensar en las tendencias predominantes en las nuevas generaciones, donde debe forjarse el futuro. Los problemas que los afectan, como la falta de oportunidades, aún entre quienes han podido&#8

En estos días hemos visto escenas y hechos que nos obligan a pensar en las tendencias predominantes en las nuevas generaciones, donde debe forjarse el futuro. Los problemas que los afectan, como la falta de oportunidades, aún entre quienes han podido alcanzar una profesión, o quienes no han logrado labrarse un camino, y no estudian ni trabajan. Las amenazas latentes son infinitas.

Y muchos, que teniéndolo todo, se envuelven en situaciones incomprensibles. Y terminan recorriendo el camino de la violencia.  Aparentemente, esos segmentos no están al margen de las realidades que tanto perturban a las familias humildes de estos tiempos. Donde menos se imagina, donde las élites económicas se reúnen a disfrutar su tiempo de ocio, se desatan pasiones aberrantes.

Son quizás los comportamientos a que conducen ciertos hábitos nocivos, como las drogas, el alcoholismo, las ambiciones desmedidas, o una forma de vida que no se afirma en metas ni propósitos, ideales o utopías.

Son realidades que conducen a los extremos, aquí y allá. Las mismas que  impulsan al Papa Francisco a exhortar a los pastores, a los padres de familias y a los educadores, a “transmitir a nuestros jóvenes los valores que los hagan artífices de una nación y de un mundo más justo, solidario y fraterno”.

En sus encuentros con los jóvenes durante la XXVII Jornada Mundial de la Juventud, el Papa también está abogando por inculcar en la juventud valores como la solidaridad, la perseverancia, la fraternidad y la alegría para enfrentarse a “tantos ídolos que se ponen en el lugar de Dios”, como “el dinero, el éxito, el poder o el placer”.

El afán desmedido de muchos que no comprenden que es el estudio, el trabajo sistemático, fundamentado en la disciplina, la dedicación y el arrojo positivo, la vía expedita para el crecimiento espiritual y material.

Es verdad que es necesario que los Estados definan políticas de promoción y desarrollo de la juventud, pero es imprescindible que se entienda que el hogar es la fragua donde se construyen los valores para una vida sana.
Y es responsabilidad de los padres trabajar bajo ese predicamento todos los días, sin descanso.

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