La teoría de Vargas Maldonado

Todas las encuestas conocidas colocan a los candidatos del PRD a la presidencia y vicepresidencia de la República con una buena ventaja sobre Danilo Medina, del PLD, pero unos pocos de sus dirigentes no parecen darse cuenta de que esta cómoda posici

Todas las encuestas conocidas colocan a los candidatos del PRD a la presidencia y vicepresidencia de la República con una buena ventaja sobre Danilo Medina, del PLD, pero unos pocos de sus dirigentes no parecen darse cuenta de que esta cómoda posición no es inmutable porque aún falta mucho para el 20 de mayo del 2012.

Algunos incluso –lo dije en un pasado artículo- parece que trabajan para el PLD, cuyos dirigentes ríen complacidos observando las estúpidas reyertas de sus contrarios. La situación no ha llegado a crisis porque Hipólito Mejía conduce el tema con la proverbial habilidad con que maneja a la militancia y dirigencia de su partido.

Lo que más llama la atención de este asunto es la actitud del presidente de la organización, Miguel Vargas Maldonado, quien desde fuera se percibe como un jugador marginal, incómodo con el éxito de sus dos contendores convertidos en las figuras principales de la contienda.
Muchos vemos sorprendidos que Vargas Maldonado se mantenga en la presidencia del PRD.

Primero, porque ha sido el principal sustentador de la teoría según la cual el candidato de un partido es quien debe ocupar la principal posición (la presidencia) de la organización política que lo sustenta. Segundo, porque Vargas Maldonado dio a entender que si perdía la convención para escoger al candidato presidencial, dejaría esa posición para que la ocupara el ganador.

Cuando perdió las pasadas elecciones presidenciales de mayo del 2008, a la que concurrió con una pobre campaña de comunicación, carente de impacto, en la que su partido era el gran ausente, él presentó como chivo expiatorio de su derrota a Ramón Alburquerque, entonces presidente del PRD, alegando que éste había usado su posición para actuar en contra de los intereses de su candidatura.

Nunca presentó al público con precisión los hechos que le imputaba al acusado y de lo único que se habló mucho entonces fue de una declaración contra el cardenal López Rodríguez, a quien se percibe como hostil al partido blanco.

Con esta excusa, Vargas Maldonado se lanzó en una intensa campaña para obtener la presidencia de su partido y cambiar los estatutos que prohibían al ocupante de la posición aspirar a la candidatura presidencial. Justificó la decisión enarbolando su citada teoría, que era sólo una estrategia para lograr su objetivo de controlar los organismos del PRD y tener ventajas –siendo juez y parte- en el proceso para escoger al candidato.

Manipuló la convención y ganó la presidencia, excluyó a sus contrarios de los organismos, hizo una desastrosa selección de los candidatos a las elecciones congresuales y municipales, perdió la candidatura, pero se quedó en la presidencia ¿Olvidó su teoría?
Manuel Quiterio Cedeño es periodista

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