Las ambulancias aparcadas

En el entorno del estadio Quisqueya, que es colindante con el Ministerio de Salud Pública, hay decenas de vehículos de asistencia o transporte…

En el entorno del estadio Quisqueya, que es colindante con el Ministerio de Salud Pública, hay decenas de vehículos de asistencia o transporte de pacientes adquiridos por la administración anterior, que tienen ahí meses. Todos son nuevos y ya presentan signos de deterioro. Mientras,  muchos hospitales no tienen esos medios.

El ministro de Salud, Freddy Hidalgo, ha dicho que se diseña un nuevo concepto para el traslado o tratamiento de pacientes en situaciones de emergencia, y hasta que el mismo no esté listo las ambulancias no serán distribuidas a los centros hospitalarios.  Mientras, en hospitales como el Darío Contreras, Moscoso Puello, Luis Eduardo Aybar, Juan Pablo Pina, Rafael J. Mañón, regional San Vicente de Paúl, Maternidad de Boca Chica, Luis Morillo King, no cuentan con servicio de transportación de pacientes.

En otros hospitales, que sí pueden tener ambulancias, las quejas giran en que generalmente están destartaladas o en reparación. Hay que saber lo que significa para personas de escasos recursos económicos pasar por el aprieto de trasladar un paciente desde una comunidad hasta un centro especializado en Santo Domingo. Eso es horrible, tanto en la capital como en cualquier pueblo del interior. En algunos, se puede encontrar con un político que tiene el servicio, pero no siempre está disponible para todos. Es una situación tan grave, que a veces, con los recursos económicos en los bolsillos, se confrontan dificultades para transportar un paciente.

El proyecto del ministro de Salud Pública puede ser muy bueno, no lo dudamos, pero mientras tanto es una idea. Ahora, lo que sabemos es que hay decenas de ambulancias paradas, deteriorándose en las cercanías del estado Quisqueya, sin uso y sin dolientes.

En lo que el proyecto del ministro se define, imaginamos que nada se daña entregando las ambulancias a los hospitales carenciados, para que al menos las cuiden, y si se produjera una emergencia, las usen.

Eso parece más razonable que el abandono a la espera de un magnífico plan, que no llega. Actúe, ministro. Manos a la obra.

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