Las estrafalarias tribus de las selvas de concreto y asfalto

El auge reciente de las tribus urbanas podría dar la impresión de que estamos ante un fenómeno nuevo, producto de la moda, pero la realidad es que las tribus urbanas nos acompañan desde hace tiempo y que quizás, lo nuevo

El auge reciente de las tribus urbanas podría dar la impresión de que estamos ante un fenómeno nuevo, producto de la moda, pero la realidad es que las tribus urbanas nos acompañan desde hace tiempo y que quizás, lo nuevo, sólo es el término con el que definimos estas subculturas.Subcultura se refiere a una cultura que depende de otra o que ha surgido a partir de los patrones establecidos por una cultura dominante, lo que no significa que está por debajo o que es inferior, como se podría interpretar el término.

En nuestra sociedad, en sentido general , existen diferentes subculturas que se desarrollan en torno a la música, la religión y otros factores socioeconómicos, sin que necesariamente entren en conflicto con los patrones comúnmente aceptados.

Las tribus urbanas son definidas como movimientos o grupos que se comportan de acuerdo con la ideología de una subcultura; ahora bien, la mayoría de estos grupos debido a su filiación con movimientos contraculturales, de los cuales han heredado algunos rasgos conflictivos, pueden chocar directamente con conceptos sociales establecidos y provocar en el observador desde  simple curiosidad hasta el rechazo.

El origen de las actuales tribus urbanas se puede rastrear a mediados del siglo pasado y principalmente en los movimientos contraculturales surgidos en Reino Unido y los Estados Unidos en la década de los 60. Desde entonces han surgido múltiples teorías y conceptos que intentan explicar porqué existen estas tendencias de socialización entre jóvenes y, actualmente, no tan jóvenes.

El problema es que el tema ha sido abordado desde puntos de vistas con limitaciones, marcadas por el contexto histórico del momento, entrando en consideración cuestiones políticas y juicios de valor particulares, motivo por el cual existen varias escuelas de pensamiento con definiciones que pueden entrar en contradicción, aunque en su momento y dentro de su contexto fueran válidas.

Los primeros acercamientos a estos grupos urbanos, que gozan de reconocimiento internacional, fueron realizados por sociólogos de la “American Chicago School”. Estos estudios, publicados a partir de 1960, tocaron temas como la marginación social, la delincuencia y las culturas juveniles. Estos se enfocan principalmente en el comportamiento de las pandillas, vistas como un grupo conflictivo en reacción y oposición al resto de la sociedad.

Hay que aclarar que las tribus urbanas no son pandillas, ni forman parte de las llamadas “naciones”, que son otro tipo de grupo con otros intereses y motivaciones.

La segunda aproximación importante es la de los británicos  Dick Hedbige y Stuart Hall, que quizás fueron los primeros en utilizar el término subcultura en el estudio de las manifestaciones y resistencia de los jóvenes de la clase trabajadora. Para estos investigadores la subcultura nace en los años 70, con el surgimiento de la llamada clase trabajadora, y concluyen en que esta es una expresión de protesta social.

Dick Hedbige, agrega la relación de las subculturas y el estilo, dado que ve a estos grupos como jóvenes consumistas que intentan apropiarse de determinados productos, creando un diálogo entre el consumidor y la industria.

El estilo, de acuerdo a Hedbige, es la forma en la que estos grupos desafían la hegemonía social, expresándose a través de actitudes, gestos, expresiones y formas de vestir. De esta manera las subculturas logran diferenciar a sus integrantes del resto de la cultura dominante, pero sin dejar de ser parte de la misma.

Otra forma de definir el fenómeno es la de movimientos contraculturales, adjetivo que nace con el movimiento Hippie en los años 60 y que hace referencia al sentimiento de no pertenencia y el desencanto de esa generación con la sociedad. La contracultura enfrenta la imposición social, tanto ideológica como culturalmente, e implica un enfrentamiento con las instituciones y valores establecidos.

Los hippies se identificaban por llevar el pelo más largo que lo acostumbrado, tanto hombres como mujeres, en algunos casos afro y el hombre podía dejar su barba crecer y la cultura del cuerpo libre, una herencia del naturismo alemán, era una tendencia extendida. Los pantalones ceñidos a la cadera y el uso de tejidos con motivos  florales fueron para la época un reto y una provocación para los más conservadores. La búsqueda de una identidad alejada de los atavismos y paradigmas de su sistema los condujo a cuestionar la religión oficial y buscar alternativas en las filosofías orientales.

Una de las tendencias del movimiento fue la experimentación con drogas en busca de estados alterados de conciencia, para lo que se recurría a la marihuana y a sustancias como el LSD, debilidad que sus detractores usaron para forjar una imagen denigrante del hippie que todavía hoy persiste. Pero fuera de cualquier consideración, la impronta del movimiento dejó su huella en la música, la pintura, la literatura y el cine, también sus ideas de libertad, igualdad, tolerancia y diversidad étnica son mejor valoradas hoy en día.

Entre los antecedentes latinos destaca el caso de los Pachucos, que aunque tuvieron su auge en el Estados Unidos de los años 40 y 50, son de ascendencia mexicana. El Pachuco usaba un saco largo con hombreras y solapas grandes, el pantalón ajustado en los tobillos, también lleva tirantes y una cadena a un lado, no faltaba el sombrero y los zapatos a dos colores. Este tiene preferencias por ritmos como el mambo y el swing y se expresa en una mezcla entre el español y el inglés, que luego sería llamado spanglish. El personaje de La Máscara, adaptado de un “comic” y llevado al cine en 1994, lleva un traje al estilo del pachuco. El actor mexicano Germán Valdés (Tin-Tan) adoptó en varias de sus películas la imagen del pachuco.

En Latinoamérica la presencia de las tribus urbanas es más notoria a partir de los años 90, asociando el término a los grupos juveniles con estilos más radicales y en ocasiones tratándolos como pandillas. En República Dominicana, actualmente y de forma reconocible, se pueden observar varias tribus, entre las que destacan los denominados Reguetoneros y raperos, los Jevitos, los Harley, Metálicos, Góticos y los Emos.

Opinión

Desde el punto de vista sociológico

Comúnmente se ha calificado a ciertas tribus urbanas de forma despectiva. En diversos espacios de opinión pública se considera a estos grupos minoritarios como un mal social.

Sin embargo, el supuesto “mal” tiene que ver con la falta de comprensión ante la expresión de rebeldía contra la cultura “adulto céntrica” dominante en que vivimos. Desde los Metaleros, pasando por los Emos, los Raperos y otros grupos minoritarios más, simplemente tratan de satisfacer la necesidad juvenil de seguridad, el sentido de pertenencia que les provee el grupo, unidos por la inconformidad con las reglas del juego que ofrecen las normas sociales dominantes.

Probablemente, la intolerancia de la cultura dominante, adulto céntrica, con estos grupos minoritarios tiene que ver con su carácter ideológicamente autoritario.

Omar Bautista González
Sociólogo, profesor universitario y colaborador comunitario.

Conversando con un neohippie

Javier Estévez,  actor, artesano y músico
“Me gustaría un pueblo más culto”

La tribu de los nuevos hippies hereda algunas de las características principales del movimiento Hippie, pero ante la ausencia de la música psicodélica y los cambios ocurridos en el mundo, entre los años 80 y 90, éstos adquieren algunas características e influencias, aunque  se mantiene el amor por la vida independiente, los viajes, la ecología y la búsqueda religiosa. Entre las nuevas influencias musicales entra la electrónica, como el Psytrance; también toman elementos del movimiento Rastafari y el Reggae, gustan de las tendencias musicales étnicas y la percusión. Estéticamente mantienen la tendencia a romper con lo convencional, pero lucen más arreglados.

¿Eres hippie?
No me gusta la gente que se autodenomina hippie, realmente a partir de 1990 hubo como un resurgir de la movida, aunque yo diría que es más como una herencia. Yo entro en ese grupo.

¿Y cómo llegaste a esa movida?
En 1996, yo estudiaba teatro en el INAP de Panamá y conocí a una chica que me introdujo en esta forma de vida, me enseñó a trabajar las artesanías y aprendí sobre las culturas indígenas.

¿Has viajado mucho?
Precisamente en 1996, comencé a vivir con un grupo de indios descendientes de los Sioux. Con ellos realicé “El camino del maíz”, desde Colombia hasta baja California.

¿ Y cuál es el objetivo de está travesía?
Al final del viaje ganas el derecho de participar en “El baile del sol”, un ritual de nacimiento espiritual. Durante este viaje mi vida cambió mucho, comencé cómo un mochilero, mientras aprendía la artesanía. Un mochilero es el que todavía carga una tarjeta de crédito y el teléfono de su papá para que éste le “resuelva”. Uno tiene que aprender a viajar y a costear sus gastos con sus manos.

¿Qué piensas de cómo va el mundo?
No estoy de acuerdo con el uso de la fuerza, que los poderosos aplasten a los pueblos, ni que se use el poder contra las minorías.

Y en República Dominicana… ¿ cambiarías algo?
La mentalidad ciudadana, me gustaría un pueblo más culto, que se conozca mejor y se valorice a las personas. Los cubanos lo han logrado en la parte cultural, sin invertir grandes recursos. Hace falta voluntad. Y no soy comunista, porque si lo  fuera viviría en Cuba.

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