Las iglesias y las elecciones

La ofensiva de sectores ultraconservadores ha estado muy activa esta semana. Por un lado se estrenan los nuevos directivos del Colegio de Abogados presentando ante el Congreso el proyecto de reforma del Código Penal, eliminando los artículos referidos&#

La ofensiva de sectores ultraconservadores ha estado muy activa esta semana. Por un lado se estrenan los nuevos directivos del Colegio de Abogados presentando ante el Congreso el proyecto de reforma del Código Penal, eliminando los artículos referidos a la interrupción del embarazo en casos excepcionales y colocando así a la República Dominicana entre los más atrasados del mundo en este tema. Por otro lado, sale a la luz pública la posición asumida por el Consejo Dominicano de Unidad Evangélica (Codue) de bloquear a candidatos que defiendan derechos humanos de determinados grupos.

Es muy vieja la discusión de si la Iglesia debe meterse en asuntos de carácter político o no. Entiendo que lo social no puede ser ajeno a la práctica de fe. La pregunta más bien debería ser ¿cómo ésta se involucra y qué tipo de mensaje promueve en el ámbito político? En primer lugar, tiene que respetar la laicidad de la actividad política, es decir, la independencia de lo político de la influencia religiosa y la separación que debe existir entre Estado y religión. En segundo lugar, su mensaje al mundo debe estar sustentado en la promoción de la justicia social, la solidaridad, la igualdad y el respeto a la dignidad humana.

Cuesta creer que sectores que deberían ser portadores de ese mensaje de paz, estén propiciando el rechazo político a personas que aspiran a un cargo público, por el solo hecho de tener una visión distinta a ellos en determinados temas. Es inconcebible que en esta época haya líderes de iglesias que se propongan hacer listado de candidatos que apoyen los derechos de los LGTB y la salud sexual y reproductiva de las mujeres, para que su feligresía vote en contra de ellos. Por más que traten de argüir que lo que se procura es defender los valores y principios cristianos, esto no es más que un acto de absoluta discriminación.

Bien pudieran aportar las iglesias en generar un voto ciudadano más responsable de cara a las elecciones. Para ello se deberá generar una amplia campaña de educación cívica para enfrentar la coacción del voto a través de distintos medios, reducir los efectos del clientelismo y que los electores voten por las mejores propuestas programáticas. En fin, lo que deben pedir las iglesias a sus fieles, es que a la hora de votar tomen en cuenta cuál es el perfil de los candidatos; pero en función de su compromiso social, su trayectoria de honestidad y su capacidad para llevar a cabo una gestión pública que responda a las necesidades de la gente.

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