Las plantas y el síndrome

El gobierno está decidido a instalar dos nuevas plantas de generación eléctrica. La iniciativa es resultado del convencimiento de que para alcanzar el propósito de satisfacer la demanda nacional de energía, deben adoptarse medidas fundamentales.&#823

El gobierno está decidido a instalar dos nuevas plantas de generación eléctrica. La iniciativa es resultado del convencimiento de que para alcanzar el propósito de satisfacer la demanda nacional de energía, deben adoptarse medidas fundamentales. Una de ellas es producirla a costos menores, ensanchar la capacidad instalada, y asimismo, estar en condiciones de negociar con unos proveedores muy voraces.

Desde esa perspectiva, difícilmente se encontrará opositores a que el Estado propicie la instalación de nuevas generadoras. Pero necesariamente, tiene que cumplirse, como regla vinculante a la existencia de la República, el ciclo del rechazo inicial de todo proyecto, con razón o sin razón.

Para instalar las nuevas fuentes de generación, el gobierno escogió plantas a carbón mineral. El síndrome del rechazo plantea que ese combustible es el más contaminante. Sugiere que deben ser construidas en base a gas natural o cualquier versión de energía limpia, como la eólica, solar, o de cualquier otra naturaleza que la fértil imaginación provee, sin importar costos o factibilidad.
Pero de cualquier manera, se requiere una oposición consistente a esa u otra alternativa. Y consecuentemente, surgen los “sólidos argumentos”, pero en nada se valora la necesidad que tiene la Nación de llegar al 2016, cuando deben renegociarse las bases en que los suplidores actuales operan, con un posicionamiento que permita maniobrar frente a esos señores que nos tienen con los pies sobre el cuello.

¿Qué es lo importante? La República tiene serios problemas con su servicio eléctrico. Es demasiado evidente el sufrimiento colectivo. No hay palabras para describirlo. Las causas, también se conocen.

Hay que acometer iniciativas. La instalación de las plantas a carbón es una apuesta. Si como toda actividad de ese género conlleva riesgos, estos pueden ser mitigados. Los dominicanos no seríamos los primeros ni  los últimos en usar el carbón, y hasta muestra contraria, parece que es la materia prima menos cara y viable para el propósito de generar 720 megavatios en el tiempo previsto.

Podemos agotar con rigor el ciclo del síndrome del rechazo, catarsis incluida,  pero las plantas hay que instalarlas.

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